En plena era del selfie, el fotógrafo brasileño Edu Monteiro ha recuperado el viejo arte del autorretrato. Pero, claro, los suyos no son unos autorretratos como los demás. De hecho, en sus fotos lo que menos importa es el propio rostro del artista, ya que jamás llegamos a verlo. Su cara aparece siempre cubierta por los más extraños y bizarros objetos. Desde un pulpo hasta bananas, pasando por cigarrillos, basura y hasta un indescriptible mejunje de sesos e higadillos (suponemos que de animales, claro está). No te pierdas su trabajo. Eso sí, avisamos que alguna de las imágenes es mejor verla en ayunas.

Redacción QUO