La creencia habitual era que las personas somos más emotivas cuando nos expresamos en nuestra lengua materna que cuando hablamos en unn idioma extranjero. Sin embargo, los resultados de un estudio conjunto realizado por miembros de la Universidad Pompeu Fabra y del de Centro de Cognición, Cerebro y Lenguaje del País Vasco, parecen indicar lo contrario.

Dado que la mentira requiere de un componente emocional, los autores partieron del supuesto de que esa emotividad podría verse atenuada si la mentira se expresaba en una lengua diferente a la materna. En el experimento se pidió a los voluntarios (todos castellanoparlantes y que además dominaban el inglés en diferentes grados) que mintieran en ambas lenguas. Y el resultado fue que los participantes no fueron capaces de evitar el impacto emocional que provocaban las repercusiones de su mentira, aunque fuera en otro idioma.

Los investigadores midieron la dilatación de la pupila para calibrar el grado de estrés que sufrían los voluntarios al mentir, y observaron que esa dilatación era practicamente idéntica cuando mentían en castellano que cuando lo hacían en inglés.

Redacción QUO