Porque amo a mi hija, quiero que tenga los mismos placeres de la vida que yo tengo. Ojalá más. No quiero oír los detalles porque, diablos, no quiero esas representaciones visuales más que mi hija las mías. Pero en resumen, cariño, sal y juega.”. Así habla a su hija el escritor estadounidense Ferret Steinmetz en una carta que publicó en su página web y se ha difundido con fuerza viral. En ella la incita a vivir su sexualidad con libertad e intensidad, deseándole que experimente sus propios placeres y fracasos, y recordándole que “no te hace ser menos dar a alguien placer, ni te degrada tener un poco para ti”. Sus palabras son una invitación al amor y al disfrute de la sexualidad, con sus aciertos y errores, y a sabiendas de que algunas de las cosas que su hija va a amar le parecerán a él feas o inesperadas.

Los sexólogos insisten cada vez más en presentar el despertar de la sexualidad en la adolescencia como algo que no debe hacerse bajo represiones ni complejos. “El sexo a una edad temprana favorece una buena salud emocional y ayuda a mejorar las relaciones sociales”, asegura en un estudio la psicóloga Kathryn Paige Harden, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos.

“La sexualidad adolescente es un ensayo que le permite explorar, experimentar y anticiparse a situaciones futuras. En todo ser humano, la sexualidad ocupa un aspecto central, pero durante la adolescencia los matices se vuelven infinitos. Y entran en juego más que nunca factores biológicos, psicosociales, culturales, éticos, legales, religiosos, etc.”, explica el doctor Juan Carlos Ruiz de la Roja, director del Instituto Urológico Madrileño.

Los jóvenes que son sexualmente activos tienen de media mejor rendimiento escolar

Vamos por partes. En la adolescencia, lo primero que ocurre es que tienes un cuerpo nuevo, rasgos que, como acierto evolutivo, señalan que la sexualidad se abre paso. Los adolescentes empiezan a sentir excitación sexual y vivirán por primera vez una eyaculación y/o un orgasmo. En su libro El cerebro femenino, la sexóloga Louann Brizendine, lo describe así: “Durante la adolescencia, el cerebro está altamente dedicado a formar su sexualidad. Pensará en sexo todo el rato. Por eso, muchos adolescentes se vuelven introvertidos. Piensan que lo que les pasa es algo sucio”.

Para empezar, necesitan la masturbación para descubrir cómo su cuerpo responde a los estímulos erógenos y para aumentar la confianza en su propio desempeño sexual. La masturbación es una escuela para aprender una sexualidad sana; pese a ello, sigue estigmatizada. De ahí que haya más de un 50% de mujeres que se enfrenten a una primera relación sexual con un hombre sin haberse masturbado nunca. Algo que provoca dudas, desconocimiento y miedo.

Un estudio de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria revela que uno de cada tres jóvenes de entre 14 y 17 años es incapaz de rechazar a su pareja cuando se niega a usar preservativo. “Si se plantea como imperativo o como peaje imprescindible para eludir las burlas, la primera práctica sexual con coito es a menudo touch’n go, es decir sexo casual, en general más desafiante e inconsciente porque se practica desde un desconocimiento grave de los riesgos, lo que lleva al aumento de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados”, señala Ruiz de la Roja.

Así opina también la psicóloga Alexandra Morales Sabuco, de la Universidad alicantina Miguel Hernández: “En general, los adolescentes españoles han oído hablar del VIH, pero presentan lagunas con respecto a las vías de transmisión y de cómo afecta al cuerpo. En torno al 40% desconoce, por ejemplo, que la sífilis y la gonorrea son infecciones sexuales comunes”.

Según Ruiz de la Roja, el aumento de infecciones de transmisión sexual, sobre todo del virus del papiloma humano (VPH), es alarmante. Un estudio del Instituto Catalán de Oncología (ICO), señala que el 29% de las mujeres entre 18 y 25 años tienen el VPH, principal responsable del cáncer de cuello de útero.

¿Qué hacer para que la sexualidad del adolescente se viva como propone en su carta Ferret Steinmetz: “Sal, y juega”? Los sexólogos, como Ruiz de la Roja, hablan de información rigurosa: “Olvidamos que la educación sexual incluye habilidades sociales, relaciones personales, conocimiento de uno mismo, afectividad, responsabilidad y respeto”.

Para José Luis Doval Conde, ginecólogo del Complexo Hospitalario de Ourense: “Quizá sea el momento de hablar de sexualidad no solo teniendo en cuenta la patología –transmisión, embarazos, infecciones–, sino también considerando los afectos, sentimientos, valores y responsabilidades”. La sexualidad es instintiva y para toda la vida; y en la adolescencia se inicia el Big Bang.

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Prácticas extremas, juegos peligrosos

Se han puesto de moda festejos y ritos sexuales de adolescentes que alarman. Los expertos, como la sexóloga Alexandra M. Sabuco, califican la situación de “muy grave”.

Ruleta o carrusel sexual. Mujeres y varones en círculo y bien pasados por alcohol mantienen relaciones sexuales a un ritmo frenético. El primero en eyacular queda fuera de la ruleta. Se lleva a cabo en fiestas clandestinas. Solo en Colombia, este juego provocó que más de 7.000 chicas de 10 a 19 años quedasen embarazadas.

Rifas sexuales. Los participantes pujan por candidatas jovencísimas –nunca más de 17 años– que han colgado fotos íntimas en las redes sociales. La fecha y lugar señalados para la rifa se envían por mensaje privado previo pago de unos 20 dólares como mínimo. Cuantos más boletos, mayores posibilidades.

Fiestas semáforo. La llamada a través de las redes sociales promete desenfreno sexual y derroche de alcohol y drogas. Quien lleva pulsera roja indica que está comprometido; la verde, soltería; la amarilla, entrega incondicional.

Sexting. Grabar y difundir desnudos integrales o parciales, masturbaciones y sexo colectivo.

Redacción QUO