Aunque fueron los animales domésticos y los insectos quienes padecieron con más saña el acoso de la Ley, no hubo especie que no tuviera algún miembro procesado.

Loros. En 1793, durante la Revolución Francesa, un ave que pertenecía a dos nobles damas fue acusada de contrarrevolucionaria por gritar desde una ventana: “Viva el rey, vivan nuestros sacerdotes”. El pájaro fue condenado a ser reeducado por Madame Le Bon, la célebre mujer parisina que contemplaba las ejecuciones tricotando, y que enseñó al loro a blasfemar y a decir obscenidades.
Osos. En 1685, un plantígrado que destrozó a un hombre en Holanda fue procesado por asesinato. Su abogado trató de anular el juicio diciendo que el animal tenía derecho a ser juzgado solo por un tribunal compuesto por osos. Su alegato fue desestimado.
Monos. En 1805, un buque de guerra francés naufragó frente a la localidad británica de Hartlepool. El único superviviente fue la mascota de la nave, un chimpancé vestido con uniforme napo­leónico. Los lugareños le juzgaron por espionaje y le ahorcaron.
Vacas. En 1662, una vaca fue enterrada vi­va en Connecticut, Estados Unidos, junto a un campesino que fue sorprendido prac­ticando el bestialismo con ella.

Redacción QUO