El Maligno anda suelto. O eso dicen. En mayo, la noticia de que el papa Francisco había realizado un exorcismo dio la vuelta al mundo, y por esas fechas se anunció que el cardenal arzobispo de Madrid, Rouco Varela, había decretado el nombramiento de ocho nuevos exorcistas ante la avalancha de supuestos casos de posesión demoníaca.

Una epidemia diabólica mundial

Tras conocer la noticia, nos pusimos en contacto con el arzobispado local para recabar su opinión sobre el tema, pero nadie quiso pronunciarse al respecto; nos remitieron a unas declaraciones que Antonio María Rouco Varela realizó en junio, durante su intervención en un acto de Nueva Economía Forum. Al ser interrogado por el tema de los nuevos exorcistas, Rouco confirmó los nombramientos, y los defendió afirmando que: “Los casos (de posesiones) se dan, y con una frecuencia llamativa”.

Ante tales declaraciones, uno se pregunta cómo digerirá el COI que el demonio campe a sus anchas por Madrid durante la celebración de unos hipotéticos Juegos Olímpicos. Pero bromas aparte, la capital de España no es la única ciudad afectada por esta supuesta epidemia diabólica. El podio (al menos en lo referente al mundo cristiano) se lo lleva Milán, donde la archidiócesis cuenta desde 2011 con doce exorcistas y una línea telefónica para atender exclusivamente a supuestos poseídos. Algo así como el 091 de los endemoniados.

El arzobispado de Milán ha abierto una línea telefónica para atender exclusivamente a supuestos posesos

El segundo puesto es para Nueva York, con diez exorcistas oficiales. Y decimos oficiales porque un estudio realizado por la Fordham University afirma que en el territorio de EEUU operan desde 1990 al menos 140 equipos de exorcistas, la mayoría de los cuales son pastores pertenecientes a congregaciones evangélicas.

Y por si todo esto fuera poco, en tierras del este, en Polonia concretamente, se edita desde hace un año una revista titulada Egzorcysta, dedicada a combatir la influencia de Lucifer. Ignoramos si la publicación (cuya web, por si tienes curiosidad, es www.egzorcyzmy.katolik.pl/) incluirá lecciones prácticas para autoexorcizarse.

Pero si juntamos toda la información anterior, llegaremos a la conclusión de que Satanás parece sentirse muy a gusto en este siglo XXI. ¿Por qué pasa justamente ahora? ¿Cómo es que la figura del Diablo y el rito del exorcismo viven esta nueva edad dorada?

El sociólogo de la Universidad de Navarra Josetxo Beriain propone en su obra Modernidad y violencia la tesis de que uno de los grandes beneficiados por la crisis actual es el demonio. “La época de incertidumbre que vivimos es la ideal para un retorno a las creencias más conservadoras y supersticiosas”, afirma. “En tiempos de bonanza vamos al médico a que nos cure las enfermedades. Pero en época de crisis, además del doctor, si quedan dudas, acudimos al exorcista”.

Un rito actualizado

Sin embargo, hay quien considera que esta moda del “exorcismo reloaded” viene de antes. “Todo comenzó en los 90”, afirma Mónica Cornejo, profesora de Antropología de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid. “En esa época comenzaron a multiplicarse los exorcismos realizados por pastores protestantes evangélicos, y eso llevó a la Iglesia católica, y más concretamente al papa Juan Pablo II, a interesarse de nuevo por ese rito ancestral”.

La mitología popular ya le atribuía al pontífice su propio exorcismo. Según relata en su diario el obispo francés Jacques Marin, el 4 de abril de 1982 Juan Pablo II liberó dentro del Vaticano a una mujer poseída llamada Francesca. El relato de Marin afirma que la supuesta posesa se arrastraba y contorsionaba, y que sus aullidos podían escucharse en todo el edificio.

Que esta historia sea o no real casi es lo de menos. Porque lo que sí es cierto, tal y como afirma la profesora Cornejo, es que Juan Pablo II fue el primer papa en interesarse por este tema desde hace siglos. El exorcismo es uno de los ritos contenidos en el llamado Ritual romano, un texto religioso que la iglesia viene utilizando desde 1614. Dicho ritual fue revisado y actualizado por el Concilio Vaticano II casi en su totalidad. Y decimos casi porque la única parte que no se tocó fue la relativa al exorcismo. Por eso, Juan Pablo II consideró que había llegado el momento de hacerlo.

Psiquiatras y médicos que sean creyentes

Fue en 1999 cuando el cardenal Jorge Medina presentó en Roma el texto del nuevo ritual. La novedad principal es que hacía distinción entre los llamados exorcismos menores y los mayores. Los primeros son preces para que los fieles se vean libres de los influjos del diablo, y pueden incluso ser realizados por laicos que cuenten con la autorización del arzobispado.

Respecto a los exorcismos mayores, solo pueden ser llevados a cabo por sacerdotes, pero el nuevo texto insiste en conceder mayor importancia al papel de la ciencia, dejando claro que el ritual únicamente puede realizarse después de muchísimas pruebas médicas y psiquiátricas que hayan descartado tajantemente (desde el punto de vista eclesiástico, claro está) la posibilidad de una enfermedad mental.

Se especifica, eso sí, que es preferible (aunque no obligatorio) consultar a médicos y psiquiatras que sean también creyentes.

Pero como era de esperar en un tema tan delicado como este, los cambios realmente no han dejado satisfecho a casi nadie. Desde el punto de vista de escépticos como el profesor Josetxo Beriain: “El nuevo ritual en el fondo sigue siendo un claro ejemplo de superstición”. Mientras que creyentes como el padre Gabriele Amorth (un experimentado exorcista) critican el texto desde posiciones radicalmente distintas: “Se han sustituido oraciones centenarias que tenían un poder asombroso por otras cuya eficacia parece más bien dudosa”.

¿Existirá una app para medir la eficacia antidemoníaca de una oración? Si esto sigue así, todo se andará.

Redacción QUO