Seguramente hayáis leído la historia de cómo el cerebro del científico más famoso de la historia viajó por todo Estados Unidos en el maletero del doctor que le hizo la autopsia. Lo que probablemente no sepáis es que también le sacó los ojos ¿Para qué? En el caso del cerebro estaba claro: para estudiar la mente más prodigiosa que haya existido. Pero los ojos… Harvey, que así se llamaba el doctor, se los entregó al oftalmólogo que había tratado al físico en vida.

El hombre, que cuenta 82 primaveras, aún los conserva. De cuando en cuando, surge el rumor de que los ha sacado a subasta, pero el se afana en desmentirlo. “Albert Einstein era una parte muy importante de mi vida”. Y eso que solo le veía cuando iba a graduarse. “Tener sus ojos significa que la vida del profesor todavía no ha acabado. Una parte de él está todavía conmigo”.

Redacción QUO