El orgasmo femenino es un mapa con una topografía muy interesante. Inicio esta investigación partiendo del punto G, una de las regiones más famosas cuya conquista todavía genera dudas entre algunos científicos. “Existe, yo lo he visto”, me explica el director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, Francisco Caballero. “Es una protuberancia que se desarrolla en algunas mujeres». Fue en 1998, en la Universidad de Rutgers. ¿Cómo? A través de un fibroscopio, un tubo flexible utilizado para observar el interior de las cavidades corporales. “Mientras unas mujeres se masturbaban, nosotros las grabamos, y a algunas se les formaba una protuberancia que puedes llamar punto G, pero que no es una estructura anatómica diferenciada”, relata.

Su observación coincide con otros exploradores que definen el punto G como una zona erógena situada en la pared vaginal próxima al estómago, a medio camino entre el hueso público y el cérvix. El tejido se hincha con la estimulación hasta provocar un orgasmo que excita al unísono todos los nervios que puede activar el placer erótico. Pero no todo acaba ahí.

Cuando se deja atrás el punto G, aparece el A, menos célebre. Y si se busca en el orificio uretral, a cada lado de la abertura aparece el punto U, cuya relación con el orgasmo de la mujer es una incógnita todavía para los científicos.

Otra de las regiones difusas que la joven ciencia del orgasmo ha conquistado es la de la eyaculación femenina. “Hay mujeres que emiten una gran cantidad de fluido en el momento del orgasmo, otras que no emiten nada y otras que cortan el orgasmo porque piensan que se orinan”, relata Cabello. El análisis químico reveló que el líquido contiene glucosa y la enzima fosfatasa ácida prostática, que no están presentes en la orina.

El pulso entre la biología y la mente

Abandono la geografía sexual y me meto de lleno en lo que todos los especialistas recomiendan: los intrincados vericuetos del cerebro femenino. Todo –me dicen– está en la mente. “Lo psíquico y lo orgánico está entrelazado, pero si tuviera que decidir sobre su importancia, diría que el 80% es psíquico y el 20% orgánico”, explica el médico. Según Cabello, el 92% de las mujeres que no tienen orgasmos “no se han masturbado nunca, con lo cual no han aprendido a soltarse”. La educación también es fundamental. “Efectivamente, hay muchas ideas falsas sobre lo que se supone que es el orgasmo”, abunda la profesora del Instituto de Sexología Incisex Almudena Herranz: “Se dice que un orgasmo es una experiencia obligatoria y el culmen del placer, y no es así”. Según la sexóloga, se trata de “una experiencia que te arrasa” y que puede resultar perturbadora para personas que no están cómodas y que pueden controlarla, con lo que acaban esquivándola.

El 80 % es psíquico; por eso las píldoras que se investigan para aumentar el deseo apuntan al cerebro

Pese a ello, Herranz afirma que: “Hay mucha menos gente con problemas de sexualidad que la que se supone que debería haber, teniendo en cuenta la cantidad de ideas erróneas que les llegan a lo largo de la vida”. La explicación podría estar en el código genético. Según un estudio publicado en 2005 en la revista Biology Letters, que analizó la influencia de diversos factores en la capacidad de llegar al orgasmo en la mujer, la variabilidad correspondiente a la genética varía entre el 34 y el 45%, muy por encima de la que correspondería a factores externos como la escuela, la familia y la religión.

Este tipo de estudios siembra dudas y abre nuevos frentes de investigación, pero el cerebro sigue siendo en la mujer el órgano sexual por excelencia. “Otra idea falsa es la de que la pareja no sabe hacérmelo”, resalta Herranz. “Si no te abandonas a las sensaciones, no hay orgasmo, por mucha destreza y habilidad que tenga tu amante”, explica.

Qué hay de femenino en un orgasmo

Desde el punto de vista de la sexología, las diferencias entre el orgasmo femenino y el masculino no son tantas. El punto de partida es la variedad. Quien se sienta a hablar con nosotros nos va a contar, en principio, una experiencia única, y sabemos que nunca va a decir nada que coincida punto por punto con los demás. Es difícil hacer categorías, pero existen tendencias desde el punto de vista de la percepción psíquica del orgasmo. La mujer lo vive “como una experiencia que vincula porque genera más nivel de intimidad”, mientras que los hombres lo entienden “como un juego”. Eso sí, la tendencia no implica que todas las mujeres se encuadren en la misma manera de entender el orgasmo, ni que no puedan variar de una a otra en diferentes momentos vitales.

El placer de Ángela y María

Llegados a este punto, aún hay algo más, y es que en cada mujer cada orgasmo es un mundo. Ángela y María, por ejemplo, disfrutan de sus encuentros sexuales. Pero cada una a su manera, porque en cuestión de orgasmos no podrían ser más distintas. Ángela siente todos los signos externos que pueden acompañar al orgasmo femenino, mientras que María raras veces muestra alguno más allá de las contracciones vaginales. Además, no siempre desea tenerlo, ni necesita poner énfasis en sus genitales para alcanzarlo. Son tan diferentes como diversas son las concepciones del orgasmo femenino, siempre subjetivo y todo un reto para una comunidad de científicos empeñados en definirlo, medirlo y categorizarlo.

El 80% de las mujeres consigue el orgasmo con la llamada ‘maniobra puente’, es decir, con la estimulación del clítoris

El único método para saber si una mujer finge es una conversación sincera. Aunque eso puede cambiar. “El orgasmo se ha medido históricamente de forma subjetiva, pero se utilizan los avances de la ciencia de la imagen”, explica Francisco Caballero.

La investigación científica

Las radiografías y ecografías vaginales fueron las primeras en emplearse. Luego llegaron los escáneres (PET) y la Imagen por Resonancia Magnética funcional (IRMf). También está el fotopletismógrafo vaginal, una cápsula que se introduce en la vagina para medir la velocidad y la presión de la sangre. Los científicos piensan que los valores más altos de estos parámetros indican el momento del orgasmo, pero sus conclusiones no siempre coinciden con la percepción de la mujer. “En cuanto al nivel bioquímico, lo que más podría aproximarse al orgasmo es el aumento de oxitocina”, apunta Cabello. Se trata de una hormona cuyos niveles altos están relacionados con la relajación. También estimula las contracciones de la vagina, que transportan el esperma hacia el interior del útero.

La testosterona también desempeña su papel. Algunas mujeres cuyos ovarios no producen suficiente cantidad mejoraron su satisfacción sexual gracias a unos parches que compensaban el déficit.

La endorfina, conocida como hormona del placer, y la prolactina, responsable de la sensación de saciedad tras el coito, también aumentan.

“Pero no hay una prueba biológica que indique el momento del orgasmo”, advierte el sexólogo. El conocimiento científico es escaso, aunque ha aumentado en la última década. “El problema es que la ciencia en esto es machista, la investigación fisiológica femenina no es rentable”, se lamenta Cabello. Según sus datos, cuando Viagra se puso a la venta en EEUU, en 1998, había más de 800 artículos científicos sobre la excitabilidad masculina, pero poco más de 30 sobre la femenina. Queda un largo camino por recorrer en los laboratorios. ¡Y en mi alcoba!

Redacción QUO