Es un cinturón y, además, una cinta métrica. La idea es que al ponértelo puedas ver inmediatamente los centímetros que han perdido tus michelines gracias a la dieta de turno que hayas empezado. Pero a veces el resultado termina por ser algo frustrante, los centímetros van a más y el michelímetro termina en el cubo de la basura. Sabiendo que hay quien se lo pondría a diario, debemos advertir que este es uno de los inventos expuestos en el espacio absurdo del Miiba. O sea, que su objetivo es echarse unas risas y no lo vas a poder encontrar en ninguna tienda.

Redacción QUO