Empiezan las olimpiadas y (menos mal) vemos a los deportistas llenos de logos y patrocinios de marcas para lanzar su deporte a lo más alto del podio. Antes de partir hacia Londres vi cómo José Manuel Calderón visitaba a uno de los patrocinadores de la selección de baloncesto.

Y lo primero que pensé, al verlo tan alto, fue: «Este hombre no oye la música dentro del coche igual que yo». Y no es una cuestión de gustos ni de conocimiento. Me refiero a que, por su posición al volante del KIA que le estaban enseñando, no percibe los graves y agudos del mismo modo. Los agudos son una «gente» muy ordenada, y se propagan sobre todo en línea recta; los graves, por el contrario, lo hacen en todas direcciones. Por eso las discotecas retumban.

Lo mismo pasa en el coche cuando se sube Calderón y pone un disco donde los graves están más altos: si tiene varios CD en las bandejas interiores de las puertas, nota que vibran. ¿Qué es algo con muchos graves? Escucha cómo dentro del mismo anuncio aparecen y desaparecen los graves:

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=awwy1n7XEfI[/youtube]

Cuando está la cámara fuera del coche, se oyen casi todo frecuencias medias y agudas, y nada las graves. En cambio, cuando la cámara entra, hay muchos más graves. Y ya en el concierto final, esas frecuencias están apoyadas por el hecho de que entren en juego el bajo y el bombo de la batería (que antes no había).

¿No te pasa que en el coche a veces no oyes bien el mismo coro que tan bien te sabes en una canción que siempre escuchas en casa? No es raro. Es una cuestión de frecuencias. Señal de que tienes que ecualizar. Si oyes todo como al principio del anuncio, es que le faltan graves («low») y si ocurre lo contrario y suena todo apagado o hasta retumba, sube los agudos («high»). Y volverás a oír tu querido coro.

Redacción QUO