Ahora que se cumplen tres años de la muerte de Michael Jackson, nos viene a la cabeza su canción Farewell my summer love. La canción salió en 1981 en un disco homónimo de grabaciones inéditas del (entonces) pequeño Michael, en un receso de su carrera con los Jackson Five, entre 1971 y 1973.

La letra es de lo más tópica y en realidad no se despedía (porque nunca fue capaz) de su verdadero amor platónico, que era Diana Ross, la «diosa» de las Supremes (ya sabes, las de You can’t hurry love). No hay más que verle entregado en este concierto de la diva, ya en solitario también. Al presentarle le llama «my baby» («mi niño»):

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Por cierto, que el Upside down es una de las joyas del género disco de los 70. Pero, a lo que vamos. A los Jackson Five los descubrieron en la Motown Records donde las Supremes ya eran las reinas –con permiso de Marvin Gaye, Stevie Wonder, The Temptations…– y se decidió que, al ser una apuesta arriesgada por tratarse de un grupo adolescente, era bueno lanzarlo de la mano de una figura reconocida. Así que el primer disco de Michael Jackson y sus hermanos se tituló Diana Ross introduces The Jackson Five. Y el gran éxito fue (y será ya siempre) aquel ABC, junto con I want you back.

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Desde aquel encuentro de un pequeñísmo Michael de ocho años con Diana Ross hasta el final de sus días, la cantante fue una obsesión. Tanto que, al morir, se reveló que Jacko había dispuesto en su testamento de 2002 que la Ross custodiara a sus hijos si él y la madre morían. La cosa no debió gustar mucho a la madre de Michael que, según un amigo del músico, decía que el chaval estaba obsesionado con la cantante y que «ella lo corrompería». Un amor de 50 veranos, se diría.

Redacción QUO