El engreimiento humano es tal que hablar de uno mismo genera una secreción extraordinaria de dopamina, la hormona del placer, parecida a la resultante de practicar sexo.

Neurólogos de la Universidad de Harvard lo comprobaron en las redes sociales: “Igual que los estudiantes pagarían por ver a miembros atractivos del otro sexo, los participantes en el estudio renunciaban al dinero con tal de poder hablar de sí mismos”.

Redacción QUO