¿Suenan tambores de guerra? León Panetta, secretario de Defensa de EEUU, ha admitido (según publicaba un confidencial del Washington Post) que existe un riesgo elevado de que Israel pueda iniciar las hostilidades contra Irán en la próxima primavera, al sentirse amenazado por su programa nuclear.

Era la guinda que le faltaba al pastel, porque la zona ya estaba al rojo vivo desde que el pasado 27 de diciembre el régimen de Ahmadinejad amenazó con bloquear el estrecho de Ormuz. La UE acababa de anunciar un nuevo embargo a las exportaciones del petróleo iraní, y el país de los ayatolás reaccionó con un golpe de efecto: “Si no podemos vender petróleo, cerraremos el estrecho por el que pasa el 47% de tráfico del crudo mundial”, vinieron a decir.

Una ofensiva diplomática en Asia
La respuesta de EEUU a dicho desafío fue contundente. La Casa Blanca envió una carta a Teherán asegurando que no tolerarían el bloqueo del estrecho, y que intervendrían militarmente en caso de que este se produjera. Irán respondió a su vez con unas maniobras en las que simulaba tácticas de bloqueo, a lo que el Gobierno estadounidense reaccionó enviando a la zona tres grupos de ataque procedentes de la Quinta Flota situada en el Pacífico, y uno de desembarco que estaba estacionado en el mar de Japón. A este contingente se unió otro enviado por la Royal Navy británica.

De repente, el estrecho de Ormuz se ha convertido en el punto más caliente del planeta, el lugar que tiene más probabilidades de ser escenario de un choque importante entre adversarios armados hasta los dientes. ¿Por qué se ha vuelto tan explosivo? Por el petróleo.

Irán es el tercer productor mundial de crudo; por eso, el aumento del embargo de la UE sobre sus exportaciones es un grave peligro para su economía. Aun así, sus tres mayores compradores no están en Occidente, ya que son China, Japón e India. Pero la diplomacia estadounidense lleva un mes de gira por dichos países tratando de convencerles de que se sumen al embargo. Hasta la fecha, solo Japón ha respondido afirmativamente, y China ha dicho que no. Aunque los iraníes se han alarmado ante la visita oficial de mandatarios de Pekín a Arabia Saudí, ya que sospechan que podrían estar tanteando fuentes alternativas de abastecimiento.

¿Está Irán jugando de farol?
El cierre del estrecho tendría, por tanto, un efecto perverso sobre el precio del crudo. Actualmente, el precio del barril varía entre los 100 y los 124 dólares, pero: “Si se bloqueara el paso marítimo en esa zona, el coste se dispararía fácilmente por encima de los 200”, afirma el periodista y profesor de Relaciones Internacionales Felipe Sahagún. Las consecuencias serían nefastas para la economía de todos los países, pero, paradójicamente, el más perjudicado sería el propio Irán. “El Gobierno de Ahmadinejad está jugando de farol”, afirma Sahagún, “ya que sabe que no puede permitirse un enfrentamiento directo con EEUU. Su posición de fuerza es realmente un intento de dar una imagen de poder a su propia población”.

¿Esto disipa las amenazas de guerra? “Por el momento, sí,” afirma el experto. Además, las naciones árabes han pedido a EEUU que responda con una estrategia sutil a las amenazas iraníes, y la reacción americana ha sido la propuesta de construir una red de oleoductos que permitan sacar el petróleo de la zona sin necesidad de pasar por el estrecho. “Si se lleva a cabo, la crisis puntual del estrecho se habrá desvanecido, pero el riesgo de conflicto bélico persistirá”, puntualiza Sahagún. Y añade: “Irán y EEUU se están comportando como dos boxeadores ciegos sobre el ring en una pelea perpetua, y en esta crisis han traspasado unas cuantas líneas rojas. La próxima vez que alguno de los contendientes lance un nuevo golpe a ciegas, las consecuencias podrían ser fatales”.

Redacción QUO