Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son infecciones que se transmiten de una persona a otra a través del contacto sexual. Sus causas son las bacterias, parásitos, hongos y virus. No se sabía, hasta ahora, que el atractivo físico pudiese influir en el contagio de una ETS. Una investigación liderada por las profesoras británicas Anastasia Eleftheriou y Cynthia A. Graham, de la Universidad de Southampton, ha concluido que la percepción de belleza en una relación es decisiva en la intención o la resistencia al uso del condón en las mujeres.

A 480 mujeres de habla inglesa que mantenían sexo con hombres de 18 a 32 años de edad se les pidió que calificasen el atractivo de un grupo de varones basándose en fotografías faciales, estimasen en cada uno de ellos la probabilidad de tener una ETS e indicasen, a continuación, su disposición a mantener relaciones sexuales con cada uno de ellos sin utilizar preservativo.

El resultado fue que, cuanto más atractivo se consideraba que era un hombre, más probable era que las participantes estuvieran dispuestas a tener relaciones sexuales con él. Además, cuanto más atractivo, menos probable era que las mujeres tuviesen la intención de usar un condón durante el acto sexual.

Tácticas similares al hombre

Por su parte, los hombres, además de demostrar la importancia del atractivo facial, mostraron una propensión mayor a vincular una menor belleza con una mayor probabilidad de padecer una infección de transmisión sexual y, por tanto, una mayor intención de uso del condón. A raíz de estas conclusiones, los autores creen importante incorporar estos sesgos de riesgo a los programas de educación sobre salud sexual y las campañas sobre el uso del condón.

No es el único trabajo reciente que analiza la resistencia femenina al preservativo, aunque, hasta ahora, la mayor parte de la investigación se centraba en las tácticas de los hombres para convencer a sus parejas femeninas para prescindir de él. Un estudio publicado en Journal of Sex Research sugiere que hay un porcentaje elevado de mujeres que usan esas mismas tácticas para eludir el condón.

La encuesta escogió a mujeres jóvenes, en torno a los 19 años, la mayoría universitarias. Casi la mitad había recurrido a estrategias de confianza y seducción para convencer a sus compañeros y, en menor medida, fue una solicitud directa alegando que reduce la sensibilidad o el miedo al enfado de su pareja. En este caso, los investigadores detectaron que la resistencia femenina al uso del preservativo está muy vinculada a verse a sí mismas como invulnerables a las ETS y al consumo elevado de alcohol antes de la actividad sexual

Marian Benito