Casi se da por sentado que la vida conyugal reúne las condiciones para una mayor satisfacción sexual. La cohabitación, por ejemplo, menos dada al compromiso y con actitudes más liberales, encuentran menos motivación en la seducción o menos necesidad de invertir en una relación, lo que aboca, inevitablemente, a una vida sexual menos gratificante. Por otra parte, un individuo casado siempre tendrá menos probabilidad de ser rechazado o no amado. Así pensaba el sociólogo Elyakim Kislev, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hasta que unos cuantos datos le hicieron sospechar que quizás el matrimonio no es la mejor opción eróticamente hablando.

La primera suspicacia como sociólogo le llegó al conocer el aumento imparable, desde la década de 1960, de personas que deciden satisfacer sus deseos fuera de esta institución, una práctica que ha ido perdiendo su estigma de forma gradual. Una encuesta de Gallup mostró que los estadounidenses tienen ya 16 puntos más de probabilidad de nacer fuera del matrimonio que en 2000. “Las personas están obteniendo en sus relaciones extraconyugales algo que podría haber cambiado la forma en la que nos comportamos hoy”, dice Kisley.

Juntos, pero no revueltos

En su nuevo estudio, publicado en Journal of Sex Research, Kisley ha analizado el alcance y los factores que determinan la satisfacción sexual en 3.207 personas de 32 a 46 años, casados, solteros, divorciados, solteros que viven separados y personas que cohabitan. Además, estudió en cada caso sus niveles de autoestima sexual, comunicación erótica y frecuencia sexual, como predictores de satisfacción. Observó que las parejas casadas se encuentran entre los grupos menos satisfechos sexualmente y reportaron tasas más bajas de autoestima sexual y habilidades de comunicación sexual que la mayoría de los grupos. El grupo que generalmente mostró los niveles más altos de satisfacción sexual es el de las parejas no casadas que viven separadas.

La única excepción que encontró fue el de las personas solteras sin pareja, cuya satisfacción sexual está aún más baja que en los casados, debido a su escasa frecuencia. En autoestima y comunicación sexual sí puntuaron más alto. Son realidades que le permiten concluir que quizás la soltería no esté tan mal cuando es voluntaria, puesto que reporta un nivel más alto de bienestar emocional, psicológico y social.

Marian Benito