Jeff Bezos, Bill Gates, Warren Buffett, Bernard Arnault y familia, Carlos Slim, Amancio Ortega o Mark Zuckerberg, de sólo 33 años. ¿Qué tienen en común estos hombres, además de un patrimonio millonario y un cerebro privilegiado para las finanzas? De confirmarse el hallazgo de un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo podrían compartir también los genes de la riqueza. Un equipo liderado por el experto en estadística David Hill acudió a la base de datos Uk Biobank, con más de 500.000 perfiles genéticos de individuos británicos, para tratar de desentrañar en el ADN alguna razón biológica que lleve al dinero.

La iniciativa de Hill es inaudita porque habitualmente esta base se usa en la investigación contra el cáncer o para estudiar el origen de enfermedades neurodegenerativas. Pero este investigador aportó un argumento de peso: “El vínculo entre los individuos más adinerados y la buena salud a menudo se establece valorando factores ambientales, como el acceso a información de calidad. la exposición a un ambiente estresante o dañino, comportamientos poco saludables como fumar, tener una dieta poco sana y un consumo excesivo de alcohol, así como la falta de actividad física”. ¿Por qué no probar otro enfoque diferente?

En su trabajo, Hill entrevistó a 286.000 miembros del banco británico UK Biobank y los dividió en cinco grupos según su nivel de ingresos. En las personas con menor salario encontró algunas variantes genéticas menos ventajosas, mientras que en las más adineradas identificó hasta 30 posiciones o loci con un papel interesante en el nivel de inteligencia. 18 de ellas tendrían un vínculo directo con habilidades cognitivas. ¿Es suficiente para determinar que son los genes de la riqueza?

Conclusiones discutibles

El genetista Julien Larregue opina que el estudio simplemente establece una relación del genoma con las capacidades cognitivas y le parece inadecuado desvincular el entorno con la estructura del cerebro. También habría que definir exactamente el concepto de inteligencia al que se refiere Hill y qué otras circunstancias, económicas, sociales o individuales, podrían estar relacionadas con el nivel de renta de un individuo.

No es la primera vez que el dinero despierta este interés científico.Otro equipo, dirigido por Philipp Koellinger, un economista de la Vrije Universität en Amsterdam, inició un proyecto sobre el mismo tema pero se realizó de manera diferente. Con más de 800.000 individuos, su equipo ha desarrollado un algoritmo que calcula los ingresos de una persona utilizando varios parámetros, como el tipo de trabajo, edad y sexo. Koellinger tiene también previsto incluir ciertos rasgos genéticos.

Marian Benito