No hay que entrenar la mente, sino aprender a ponerla en orden. Es al menos lo que piensa el matrimonio formado por María Ibáñez, psicoterapeuta, y Jesús Jiménez, psicólogo, y lo desarrollan en su nuevo libro ‘Aprende a resolver lo que te hace sufrir’, un compendio de estrategias que funcionan y de errores que perjudican nuestra mente.

PREGUNTA. ¿Es posible vivir sin sufrimiento?

RESPUESTA. Lo que sí es posible es aprender a resolver lo que nos hace sufrir. Todos estamos capacitados para hacerlo, independientemente de nuestras cualidades, formación, edad o estatus. Aunque sea por ensayo y error. Para ello la curiosidad es fundamental. Es decir, tratar de entender más allá de lo que ya sabemos, salir del hábito de enfadarse, de culpar a otros o a uno mismo. Y aprender. Cuando comprendemos nuestro conflicto, descubrimos con mayor facilidad lo que nos perjudica y por qué y qué decisiones tomar en cada caso. Pero el camino exige tiempo. Es como desliar una madeja enredada. Con calma, sin tirar de los hilos de cualquier manera y comprendiendo cómo se hizo el nudo en cada momento.

Resolver un conflicto es como desliar una madeja, viendo cómo se hizo el nudo en cada momento

P. Existe la opción de resignarse o de ignorar el malestar.

R. Absolutamente incorrecto. No nos deberíamos permitir frases como ‘Esto no tiene solución’ o ‘La vida es así’. La resignación embota la mente, destruye la curiosidad y disminuye las ganas de vivir. Tampoco es acertado dejarlo pasar, no pensar en ello. Es una huida imposible de uno mismo que desemboca en una búsqueda de satisfacción permanente para mantener la ilusión de bienestar. En ocasiones, tratar de minimizar los problemas acaba en adicciones. Otro error sería rebelarse con ira o miedo en lugar de tomar decisiones. En definitiva, cada asunto no resuelto pasa a la mente de manera inconsciente y lleva a reaccionar de forma perjudicial y a interpretar la vida de manera distorsionada.

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JOSÉ PEDRO SALINAS

P. ¿Pero hay solución para cualquier herida, independientemente del suceso o de las circunstancias que la provocaron?

R. Sí. Lo hemos investigado y constatado con situaciones extremas, como enfermedades graves, abusos, pérdida de un ser querido o intentos de asesinato. Debemos pensar que el sufrimiento es miedo por lo que sucede o pueda suceder y esto genera ideas y emociones que creemos, erróneamente, que son inamovibles. Solo la verdad y entender la realidad tal y como es libera la mente.

P. En ese desafío han surgido muchas corrientes y terapias. ¿Qué es lo que no funciona?

R. Por ejemplo, es ineficaz repetir una frase para motivarse a sí mismos o convencerse de su capacidad para resolver un conflicto. Tampoco funciona entrenarse para ser positivo y feliz. Aunque la emoción quedará reprimida por un tiempo, el problema seguirá ahí.

Para ser feliz no hace falta entrenarse

P. ¿La felicidad no surge entonces como fruto de nuestro empeño? ¿Significa entonces que sobrevaloramos nuestra fuerza de voluntad?

R. Para ser feliz uno no tiene que entrenarse, sino entender los conflictos que bloquean la felicidad. Buena parte de los consejos de la psicología actual, tanto académica como divulgativa, está centrada en la fuerza de voluntad como base para lograr el bienestar. Nos hacen creer que todo es posible, que podemos alcanzar nuestros sueños o que merecemos ser felices. Que simplemente basta con quererlo. Y esto no es así.

P. ¿Qué más estamos haciendo mal en esa búsqueda de bienestar?

R. Creer que el ejercicio físico soluciona nuestros conflictos. Es saludable y mejora nuestro estado de ánimo, sí, pero solo temporalmente. Igual ocurre con la respiración, la concentración o la meditación. Pueden tener muchos beneficios, pero no nos ayuda a solucionar un problema psicológico. La meditación hace que la mente esté ocupada y produce un efecto calmante y, por tanto, cierto alivio temporal. Pero no resuelve los conflictos. Abundan también las técnicas para permanecer en el ahora. Todas ellas son propuestas que pueden tener un efecto tranquilizador a corto plazo, pero nada más.

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JOSÉ PEDRO SALINAS

P. Decís que no hay que entrenar la mente, sino aprender a ponerla en orden. De acuerdo, pero ¿cómo empezamos?

R. Hay actitudes que tenemos muy automatizadas, como culparse, criticarse o juzgarse. No hagamos eso. Antes de nada, debemos identificar esas actitudes perjudiciales y abordar las emociones que producen. Es como el humo que desaparece sin esfuerzo una vez apagado el fuego. Uno de los mayores errores en este proceso es utilizar el sentimiento de injusticia como excusa para enmascarar conflictos que dañan la mente. Es una forma de distorsionar la realidad igual que lo es el pensamiento positivo. Convencerse de que todo va bien, o va a ir bien, en lugar de permanecer abiertos a lo que ocurre, sin miedo y con curiosidad, genera una falsa sensación de alivio o alegría en momentos difíciles, pero en realidad posponen el sufrimiento. Comprender y poner la mente en orden no va a ser cuestión de un día, ni un mes, ni un año. Es aprender a tomar el camino correcto y avanzar descubriendo los errores o nuestras limitaciones y nuestro lugar en el mundo. Es entonces cuando surge la alegría y la vida cobra un sentido diferente.

Marian Benito