Podría decirse que ligeramente más alta que la de la ola, que en aguas poco profundas ronda los 21 kilómetros por hora. Pero es un cálculo poco realista porque hay muchos factores que influyen en el resultado: el peso del surfista, la forma de la tabla, el tipo de ola, su velocidad, la dirección y la fuerza del viento, la gravedad que impulsa al surfista cuando se inclina hacia abajo… Son demasiados elementos, y demasiado caprichosos, como para controlar todos con facilidad.

Aún así, existen unos cálculos publicados en un informe de la Universidad de Hawái de 1974, que tenían en cuenta la complejidad del asunto. Apuntan que la máxima velocidad que un surfista puede alcanzar en una ola de unos tres metros, en una trayectoria inclinada de 30 grados, es de unos 43,5 kilómetros por hora.

Redacción QUO