¿Quieres ser más productivo? Échate una siesta. De entre 20 y 30 minutos, no más. Lo dice la ciencia. Ya verás. Pero, vaya, ¿cómo lo haces cuando estás trabajando en la oficina? ¿Te escondes debajo de tu mesa? ¿Te metes en el cuarto de las fregonas y cruzas los dedos para que nadie te pille? ¿Te metes en el WC del baño de tu planta y te atrincheras allí, arriesgándote a que todo el mundo te señale luego en el pasillo por los motivos equivocados? ¿Te pillas un Airbnb? ¿Una habitación de hotel por horas? No, no y no. Échatela en casa de un extraño.

A una startup de San Francisco (Recharge) se le ha ocurrido que, precisamente, la mejor idea es ir a casa de un desconocido y alquilarle una habitación (no tiene por qué ser una cama, puede ser un sofá) durante 30 minutos. Pagas 0,66 euros el minuto y voilá, tienes un hogar calentito para echarte esa siesta que tanto necesitas. Es como Airbnb solo que por minutos. Tal cual. Si tienes la suerte de que en el edificio en el que trabajas conviven oficinas y viviendas particulares, miel sobre hojuelas.

Primero pensaron que el lugar ideal para descansar unos minutillos de la dura jornada laboral era un hotel. Pero, claro, entre la disponibilidad de habitaciones libres y entre las tarifas que le cobraban a los hoteles por el servicio, no salían las cuentas. No le salían a los hoteles, queremos decir. Sencillamente, no les interesaba tener un intermediario para alquilar sus habitaciones por horas. Para eso ya están ellos.

Pero los particulares… eso ya es otra cosa. Además, quien dice echarse una siesta, dice ducharse. O ver un capítulo de esa serie a la que estás enganchado sentadito en un sofá, y no a escondidas en la ofi, tirando de datos móviles.

Esta startup ha encontrado un hueco a las duras restricciones que han puesto las noches para el alquiler no vacacional de viviendas privadas. Resulta que, al menos en Estados Unidos (de momento sólo funciona en Nueva York y San Francisco), hay un vacío legal si no se hace noche. Hay que declararlo igual a Hacienda, pero no tienes problemas con las legislaciones urbanísticas legales.

Rafael Galán