Es increíble la de cosas que se puede uno encontrar si se pone a hacer una limpieza a fondo de una zona que lleva decenas de años sin ser tocada. Y si no, que se lo digan al científico Alan Aitken, de la Universidad de St Andrews (Escocia), quien en 2014 se tropezó con una reliquia para la historia científica: la tabla periódica más antigua del mundo.

Escondida entre productos químicos y equipos de laboratorio nadie podría pensar que un rollo de papel con símbolos químicos fuese a ser algo importante. De hecho, quizás podría haber acabado en la basura, pero Aitken decidió que era necesario analizarla a fondo. Así que se la hizo llegar a un experto en la materia de la Universidad de California para que tratara de fecharla y aseguró que podría tratarse de un gráfico realizado entre 1879 y 1886, basándose en los elementos que aparecían (y más en los que no estaban). El germanio, fue descubierto en 1886 y no se encontraba en la lista, mientras que el Galio y el Escandio aparecieron en 1875 y 1879, que sí estaban presentes. Por lo que el margen de error era mínimo.

Un posterior análisis histórico en los papeles de la universidad hizo salir a la luz un documento en el que se hablar de «una compra de una tabla en 1885 de un editor con sede en Viena». La tabla estaba escrita en alemán, por lo que se cree que esta podría ser la fecha de edición y por tanto ser considerada la más antigua que se conozca hasta la fecha. El cartel ha pasado por un completo tratamiento de conservación, que incluye una limpieza a fondo, así como un par de baños en químicos para equilibrar el pH del papel. También ha pasado por un proceso de reparación gracias a un papel japonés conocido como Kozo y una pasta de almidón de trigo.

Ahora se almacenará en condiciones climáticas controladas en la propia universidad donde se encontró.

Fuente: Science Alert

Alberto Pascual García