Me encuentro en Berlín y la I Guerra Mundial ha estallado hace algún tiempo. Mi nombre es Margaretha, tengo 41 años y todos me conocen por Pupila de la Aurora, que viene a ser la traducción de mi apodo real más conocido por todos.

Tras terminar una triste pero apasionada relación con el jefe de policía de la ciudad, he empezado un nuevo romance. Él se llama Kraemer y es cónsul alemán en Ámsterdam y jefe del espionaje de mi país. Fue quien me inició en este oscuro mundo de intrigas y sombras, donde fui bautizada como el agente H-21. Para Kraemer, era un bonito arma con el que sonsacar al enemigo francés, por lo que mi misión sería colarme entre sus filas y obtener información. Algo que, por cierto, jamás me perdonarían los franceses.

Antes de iniciar mi viaje a París, escribí a mi amigo Michael en el código de cuadros y círculos que solemos usar entre los dos desde hace años, para que así nadie pueda leer el contenido de nuestras misivas. Michael tiene una barbería en el centro de París, lo que le convierte en una eficaz fuente de información en cuanto a todo lo que ocurre en los rincones de la ciudad. Una vez más servicial y atento, me respondió que prepararía todo lo que necesitaría a mi llegada para efectuar mi misión. Lo cierto es que siempre me sorprendieron sus encantadoras formas, mucho más el que las mantuviese después de mis rechazos. Michael, ha estado enamorado de mí desde hace muchos años, pero a pesar de mis negativas, su actitud conmigo nunca ha cambiado. Siempre lo he dicho: Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico.

Una semana después me encontraba con Michael en un café a la orilla del Sena. Tras un fuerte abrazo y un café caliente, Michael le entregó una carpeta con toda la documentación necesaria para llevar a cabo la misión, después, podría volver a su casa para dormir en un sitio seguro si así lo necesitaba.

Fui hacia mi primer punto de encuentro: el Servicio de Espionaje y Contraespionaje francés, donde me esperaba el capitán Ladoux, del que sospeché, tenía cierta acritud hacia mi persona. Unos días más tarde, mis sospechas se vieron justificadas. Sin darme opción a hablar, Ladoux me arrestó y me metió en un calabozo, diciéndome que mañana, a las 12:30, seré ejecutada por alta traición. Lo cierto es que he estado en las sábanas de la milicia de media Europa, pero eso no significa que haya facilitado información clasificada a nadie. Tan solo significa que mi pasión por las medallas y los uniformes es insaciable.¿Quién habría dicho tal cosa de mí?¿Quién querría mi muerte a manos de los hombres uniformados que más he amado toda mi vida? No alcanzaba a encontrar tan crueles enemigos en mi memoria.

A última hora de la noche, aparece por mi celda un joven militar. Con las manos temblorosas, pasa un papel entre las rejas que me entrega sin atreverse a mirarme a los ojos:

Siempre la he admirado señorita, y me apena profundamente que usted vaya a morir. Al menos, creo que merece saber quien le ha hecho esto.

Sin pensarlo dos veces, abro la nota de papel que el joven militar me ha entregado esperando ver el nombre de quien me ha vendido. Pero olvidaba que estos son los servicios de inteligencia y que toda la información suele ir encriptada. Este es el aspecto que tiene la nota:

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Intento hacer sonar, con mi antigua experiencia cerca de la música, la melodía en mi cabeza, pero el resultado es totalmente incoherente. Estoy cansada y me cuesta saber en qué código ha sido cifrado el mensaje, y no me gustaría morir mañana sin saber quién me ha traicionado.

¿Puedes ayudarme a desencriptar el mensaje?

Agradecemos tu colaboración Anacleto.

Nota: ¿Te recuerda a la vida de alguien esta narración que estamos contando? Si encuentras su apodo real, tendrás el nombre del código en el que está encriptado el mensaje.

¿Lo tienes? Pues envíanos un email con el asunto: «Elemental querido Quo» a quorevista@gmail.com antes de las 12:30 hr de mañana 07/10/2011 =)

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Redacción QUO