Numerosos pueblos guerreros tenían la costumbre de cortar las cabezas de sus enemigos. El historiador griego Estrabón escribió que los galos acostumbraban a embalsamar las cabezas de sus enemigos muertos, y que las llevaban luego colgadas de sus monturas. Y que en ocasiones también las usaban para engalanar las viviendas de los miembros más destacados del clan.

Pero, ¿era real esta costumbre bárbara, o estaba exagerando Estrabón? Lo cierto, es que nunca se había encontrado ninguna evidencia arqueológica que confirmase ese mito. Hasta hora. Porque investigadores de la Paul Valéry University, de Montpellier, acaban de descubrir en el yacimiento arqueológico de Le Cailar, las pruebas que confirman la veracidad del mito.

Los investigadores encontraron restos de cráneos humanos con señales claras de que habían sido decapitados. Al examinarlos más detenidamente, también descubrieron marcas que revelaban que los cerebros habían sido removidos.

Pero lo más interesante de todo es que encontraron restos de sustancias que revelaban que los cráneos habían sido tratados con resinas procedentes de coníferas, algo habitual en el proceso de embalsamar un resto humano.

El hallazgo es por tanto la primera prueba real que confirma el mito sobre la costumbre de los guerreros galos de cortar y embalsamar las cabezas de sus enemigos. Unos trofeos a los que concedían un valor excepcional ya que, siempre según el testimonio de Estrabón, se negaban a venderlas a los viajeros que intentaban comprárselas.

Fuente: The Guardian.

Vicente Fernández López