La idea de reunir en un espacio cerrado todos los productos imaginables es de los romanos, concretamente de Trajano. El emperador encargó a su arquitecto preferido, Apolodoro de Damasco, la construcción en Roma de un gran área comercial cubierta en la ladera de una de las siete colinas de la ciudad.

En tres años, del 107 al 110 d. C., levantó el Mercado de Trajano, que disponía de seis plantas. En las inferiores se ubicaban 150 tiendas (en latín: tabernae) que en las que se vendía fundamentalmente alimentos, pescados y mariscos, aceite, frutas y verduras.

En las plantas altas había oficinas, como en algunos centros comerciales actuales.

Redacción QUO