Parecidas a las actuales surgieron en Venecia para graduar la entrada de luz y aire en los recintos. El sistema lo perfeccionó el inglés Edward Bevan en el siglo XVIII incorporando un cordón sin fin y una polea para mover las láminas de madera encajadas en un marco. En 1880 se utilizaron por primera vez en Nueva York las fabricadas con láminas de cristal, y en el siglo XX se incorporaron nuevos materiales, como las láminas metálicas y la fibra. El nombre en español procede del francés «persienne».

Redacción QUO