Los cirujanos griegos y romanos ya utilizaban la pata de palo en los siglos VII-VI a. C., pero el inventor de lo más parecido a una prótesis actual fue el médico francés Ambroise Paré. Trabajó en el Ejército como cirujano a partir de 1536, el sitio ideal para probar miembros artificiales porque muchos soldados sufrían amputaciones. En seguida consiguió reproducir las funciones naturales de brazos y manos; una de las prótesis más sencillas que desarrolló fue una mano con un asa que permitía al amputado manejar la pluma de escribir. El doctor Paré ha pasado a la historia por un miembro artificial muy parecido a algunos revolucionarios que se desarrollan hoy, sorprende que se creara hace quinientos años: la mano de hierro de dedos móviles y muñeca articulada del caballero alemán de mediados del siglo XVI Götz von Berlinchingen, cuyo pulgar se mantenía rígido mientras el resto de los dedos podía reproducir la mayoría de los movimientos de la mano. A partir de la Primera Guerra Mundial, la fabricación de prótesis se disparó. En Bélgica lograron en 1930 piernas de madera para miembros amputados por encima de la rodilla que disponían de rótulas artificiales y mecanismos que facilitaban incluso el movimiento del pie.

Redacción QUO