El grado de libertad con el que actuamos cuando vamos al cine, paseamos por un parque e incluso en la intimidad de nuestro dormitorio, no sólo depende de la personalidad de cada uno. También se ve afectado por el nivel de permisividad de la sociedad en la qué vivimos. Esa permisividad varía en gran medida entre unos países y otros, lo que a menudo provoca conflictos culturales.

Para ayudar a suavizarlos, Michele Gelfand, profesora de psicología de la Universidad de Maryland (EEUU), ha dirigido un estudio que investiga hasta qué punto son restrictivas las sociedades de diversas naciones y por qué. Tras encuestar a 6.823 voluntarios de 33 países, han llegado a la conclusión de queJapón, Corea, Singapur y Paquistán son mucho más estrictas que Ucrania, Israel, Brasil o Estados Unidos.

Ese ambiente social se refleja en las características psicológicas de los ciudadanos, que en los países menos permisivos exhiben actitudes más preventivas, más capacidad para regular sus propios comportamientos y mayor necesidad de orden. De esta forma refuerzan el carácter restrictivo de su entorno, al tiempo que se adaptan mejor a él. Los investigadores atribuyen a estas actitudes, por ejemplo, la organización y orden con que respondió la población al reciente terremoto de Japón.

A nivel institucional, estos países suelen contar con gobiernos más autocráticos, medios de comunicación más cerrados y sistemas de justicia con mayores niveles de vigilancia.

En cuanto a las causas que llevan a una sociedad por unos u otros derroteros, el estudio, publicado en Science, apunta a que las naciones más estrictas exhiben una historia más plagada de adversidades: guerras, epidemias graves, escasez de recursos naturales, gran densidad de población o desastres naturales.

Gelfand y su equipo esperan que una mejor comprensión de estas situaciones contribuya a aumentar el entendimiento entre los pueblos en un mundo cada vez más globalizado.

Pilar Gil Villar