Es el último grito en un invento que comenzaron a usar en Polinesia hace más de cinco siglos. Allí las descubrieron los colonizadores europeos, pero disfrutaron poco de ellas. Con la represión de las culturas autóctonas, la tabla desapareció hasta que la recuperaron los militares y los turistas estadounidenses cuando llegaron a Hawai a comienzos del siglo XX.

Se entusiasmaron tanto que el invento incluso tuvo descendencia: la tabla de windsurf. Tom Blake (1902-1994), cansado de remar hasta el rompiente de la ola, pensó en propulsarse con la fuerza del viento e ideó un aparejo un poco básico, al que llamó sailing surfboard. La apariencia actual se debe a Newman Darby. Su tabla de vela la difundió como invento del año 1964 una revista norteamericana.

Redacción QUO