Pues, asombrosamente, esta cultura nativa de origen africano tiene mucho que ver. Tanto por su componente físico como artístico, el aprendizaje de las danzas yoruba fue vital en el surgimiento del deporte en la década de 1950, y en su entrenamiento actual. Mediante los movimientos que propone la danza popular cubana, se trata de dotar al cuerpo de la gimnasta de la elegancia, plasticidad y fluidez que necesita para la ejecución de los diferentes “grupos” corporales (posturas y movimientos), fundamentalmente, las llamadas “olas”. Se trata de pasos y gestos tomados de las danzas nativas que son especialmente útiles para trabajar la coordinación de las extremidades.

Los bailes africanos, según el pionero de gimnasia rítmica Rudolf Bode: “Están encaminados a demostrar por medio del movimiento los diversos estados emocionales del individuo”, lo que coincide plenamente con los objetivos de esta disciplina olímpica (solo desde 1984). Es evidente que la danza clásica y sus técnicas también son una parte importante en la formación de las atletas, pero los entrenadores coinciden en que la llamada “técnica yoruba” es la que mejor ayuda a afinar su ritmo, agudizar su oído y desarrollar la imaginación. No obstante, las mejores gimnastas son las rusas y las de los países del este de Europa, como Bulgaria.

Enviada por África Roncal Benítez de Lugo, Madrid

Redacción QUO