Lo que hacemos, simplemente, es trasladar de un cigarrillo a otro un empuje determinado. Si golpeamos repetidas veces la zona cerrada del paquete, estamos transmitiendo esa energía de movimiento a los cigarrillos del interior. Los que están aprisionados no pueden desplazarse, pero los que están en la abertura sí, y lo hacen en el sentido que desea el fumador: hacia afuera.

Javier Armentia
Planetario de Pamplona

Enviada por Paqui Sánchez, correo electrónico

Redacción QUO