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ONCE AVANCES contra la pobreza que ya están dando frutos. Entre ellos, las motos salvavidas y un mini-test contra la malaria.

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ENTREVISTAS con especialistas.Eliana La Ferrara estudia cómo rentabilizar al máximo las ayudas al Tercer Mundo. John Cockburn, codirector de la red Poverty and Economic Policy (PEP). María Zapata, presidenta de los «emprendedores sociales» de Ashoka. Y José Gómez Márquez, especialista en prototipos para el Tercer Mundo en tiempo récord.

Hasta hace sólo unos años, la ayuda al desarrollo se centraba principalmente en la acción política, en gestiones y acuerdos basados en negociaciones y buenas voluntades, en muchos casos alejadas de las necesidades reales. Sin embargo, la comunidad internacional ha ido abriendo los ojos cada vez más hacia dos ámbitos que pueden jugar un papel fundamental a la hora de articular la ayuda y maximizar su eficiencia: la ciencia y la tecnología.

Una de las últimas muestras de esa implicación fue la Conferencia “Ciencia contra la Pobreza” celebrada recientemente por el Ministerio de Ciencia e Innovación en la Granja (Segovia) con motivo de la Presidencia Española del Consejo de la UE. La Ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, expone ahora sus conclusiones en el Consejo de Competitividad de la Unión Europea, con el fin de que se las integre realmente en las políticas de desarrollo.

Y los principales ámbitos en los que investigadores, estudiosos, especialistas e inventores pueden aportar sus recursos son los siguientes:

  • El primer objetivo es salvaguardar la salud de las poblaciones en desarrollo. Es el primer paso para salir de la pobreza. Se requieren soluciones dirigidas a generalizar las vacunaciones, especialmente para proteger a los niños.
  • La adquisición por parte de los países en desarrollo de capacidades y conocimientos necesarios para su propio progreso. La diáspora de cerebros sólo puede constituir una primera fase de formación, pero es necesario que esos talentos regresen a sus naciones de origen y contribuyan a crear un entramado para la propagación del conocimiento “in situ” a las futuras generaciones.
  • Eficiencia en el uso de los recursos, combinando los adelantos técnicos con los cambios sociales y con una adecuada implicación del sector privado.
  • Aumento del valor nutricional de las cosechas indígenas y su gestión por parte de los pequeños agricultores. Ambos campos deben estar apoyados tanto por la investigación como por las políticas agrícolas.
  • Investigar y conocer las causas, dinámicas y efectos de la pobreza. En este ámbito tienen especial protagonismo las ciencias sociales, que deberán actuar como intermediarias entre los poderes políticos y los gestores y receptores de la ayuda.
  • El acceso a la educación y la expansión de las nuevas tecnologías contribuirán a reducir la brecha de conocimiento.
  • El empleo de energías limpias y modelos de gestión sostenibles para mermar el impacto del desarrollo e impulsarlo.
  • Diseño de indicadores para medir el impacto del cambio climático, así como de cambios en los hábitos para reducirlo.
  • El acceso al agua y la gestión de este recurso se perfila como uno de los problemas que más puede beneficiarse de la investigación científica y tecnológica.
  • Estudiar y fomentar la igualdad de género como instrumento social de progreso.

Pilar Gil Villar