El lorazepam, vendido como Orfidal, es rey de los ansiolíticos, ha aumentado en el último año su consumo, y millones de personas lo toman a diario. No es una buena idea.

¿Han aumentado las enfermedades mentales durante la pandemia? Según las estadísticas, en España no ha ocurrido así. En el pasado Curso Nacional de Actualización de la Psiquiatría en España se llegó a una conclusión sorprendente: los casos de enfermedades mentales no se habían disparado durante la pandemia. La población ha aguantado bien el trauma.

Sin embargo, los mismos expertos predicen una avalancha de casos de trastornos mentales en los próximos meses. ¿Qué está pasando?

Drogas para aguantar el confinamiento

Las consecuencias en la salud mental de la pandemia y el confinamiento son reales, y nadie “aguanta” gratis. Según el reciente informe The Mental State of the World, cerca del 60% de la población mundial ha visto cómo empeoraba su índice de salud mental (MHQ, por sus siglas en inglés).

En EE UU, el número de personas con ansiedad y depresión se ha multiplicado por cuatro, y un incremento del 12% del consumo de alcohol y otras drogas.

¿Cómo han aguantado entonces los españoles? También con drogas, en este caso legales. Según la Agencia Europea del Medicamento España es el segundo país de la UE que más psicofármacos consume: ansiolíticos, antidepresivos, somníferos, sedantes, entre otros, solo detrás de Portugal. Nadie “aguanta” gratis.

Aunque ya era muy alto, el consumo de psicofármacos aumentó en un 15% en España durante 2020, y según el Ministerio de Sanidad, una de cada diez personas los toman a diario. ¿Cuáles son estos fármacos?

El lorazepam, rey de los ansiolíticos

La estrella es el lorazepam. Este ansiolítico se vende bajo la marca Orfidal (el décimo medicamento más vendido) o Idalprem, Donix o Placinoral. Otro que seguramente conocerás es el diazepam, comercializado como Valium. Los compuestos que terminan en “zepam” pertenecen a la familia de las benzodiacepinas. El diazepam se descubrió en 1955, y el lorazepam se empezó a vender en 1977.

Los efectos de las benzodiazepinas son muy deseables cuando tenemos problemas de ansiedad: son sedantes, hipnóticas (inductoras del sueño), ansiolíticas (contra la ansiedad), anticonvulsivas y relajantes musculares. Es decir, lo que popularmente se conoce como “calmar los nervios”, una expresión que en este caso resulta muy apropiada. Las benzodiacepinas activan el neurotransmisor GABA, el principal neutransmisor inhibitorio, encargado de calmar las cosas en el cerebro.

No tomar más de dos semanas

Clínicamente se considera que las benzodiacepinas son seguras a corto plazo, es decir, no más de dos semanas. Como cualquier fármaco, es una seguridad relativa, porque en esas dos semanas se dan casos de deterioro cognitivo y efectos paradójicos como la agresividad o la desinhibición del comportamiento social.

Después de las dos semanas empiezan los problemas. las benzodiacepinas dejan de funcionar, y es necesario aumentar la dosis. También crean adicción, con síndrome de abstinencia incluido.

A medio plazo, aumenta el riesgo de suicidio. A largo plazo, las benzodiacepinas incrementan el riesgo de demencia y cáncer. Se ha comprobado que cuando se deja de tomar benzodiacepinas se produce una mejora de la salud física y mental.

Las personas mayores tienen aún mayor riesgo de sufrir efectos adversos tanto a corto como a largo plazo. Por este motivo todas las benzodiacepinas están en la Lista Beers de medicamentos inadecuados para los personas mayores.

La alternativa es mejor y más barata

¿Hay alternativa a los ansiolíticos? La respuesta es de sobra conocida. Sí, y es mucho mejor. Se llama terapia.

La eficacia de los psicofármacos ha sido cuestionada en los últimos tiempos. Los ansiolíticos y los antidepresivos no funcionan mejor que el placebo en multitud de estudios clínicos, y sus efectos son mínimos.

El estudio Psicología en la Atención Primaria ha llegado a la conclusión de que la psicoterapia es tres veces más eficaz que los fármacos para el tratamiento del trastorno de ansiedad, y su coste es mucho menor, con resultados comprobables en solo siete sesiones.

Por desgracia el tratamiento psicológico está descuidado, no solo en España sino en todo el mundo. Según un informe de la OMS, la atención a la salud mental está en una situación aún más precaria que la atención sanitaria general, y el sistema puede colapsar ante el peso de los nuevos casos. Mientras no haya alternativas, muchas personas recurrirán a las pastillas.

REFERENCIA

The Implications of COVID-19 for Mental Health and Substance Use

The diagnosis and management of benzodiazepine dependence

Psicología Clínica en Atención Primaria: descripción de un año de asistencia