La meditación consciente o mindfulness puede provocar en algunas personas un empeoramiento de la depresión o la ansiedad, e incluso hacer que aparezcan por primera vez

Existe una gran variedad de técnicas de meditación, pero en los últimos años, las que más se han popularizado en occidente son la meditación trascendental y la meditación de atención plena o mindfulness. La primera proviene de la tradición hindú, y la segunda de la budista.

Muchas personas recurren a ellas, tanto por propia voluntad como por recomendación médica, como técnica terapéutica y de bienestar ante problemas de estrés, ansiedad, depresión o adicción. La atención plena o mindfulness es la que más éxito ha tenido tanto entre la población como entre los profesionales de la psicología occidental. Consiste en prestar atención al presente, colocándose como un observador de los propios pensamientos, en lugar de dejarse arrastrar por preocupaciones sobre el futuro o revisiones del pasado.

La meditación ha sido sobrevalorada y no es una práctica segura para todo el mundo

Una de las causas del auge de la meditación en occidente se debe a la mayor conciencia de la gente sobre los efectos secundarios de los antidepresivos. La práctica de este tipo de meditación ha llevado a muchas personas a alcanzar estados mentales satisfactorios, e incluso a mejorar algunos problemas psicológicos sin fármacos.

Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Coventry (Reino Unido), esta práctica podría provocar un efecto totalmente contrario y negativo en algunas personas. Para la mayoría de la gente, la meditación es una buena opción, pero según indica Miguel Farias, uno de los autores del estudio, «ha sido sobrevalorada y no es universalmente benévola».

Ansiedad, depresión, conductas suicidas o problemas intestinales son algunos de los efectos de la meditación que se registraron en algunas personas

Se analizaron 83 estudios sobre prácticas de meditación y 55 de ellos detectaron al menos algún efecto negativo entre los participantes. Uno de cada doce participantes que probó la meditación experimentó algún efectos secundario adverso, como ansiedad, depresión y anomalías cognitivas. Aunque en menor medida, también se dieron casos de problemas gastrointestinales y de aparición de conductas suicidas.

Estos efectos secundarios aparecieron tanto durante como después de practicar mindfulness. En algunos casos ésta práctica hizo reaparecer estos problemas preexistentes, pero en otros, era la primera vez que personas sin antecedentes los experimentaban. La presencia de estos efectos negativos, según el estudio, es del 8,3%, un porcentaje similar a los efectos negativos registrados en las sesiones de psicoterapia.

Un porcentaje de personas similar también experimentan estos efectos negativos en las sesiones de psicoterapia

Varios de los participantes que experimentaron algunos de estos efectos negativos indicaron que se debían a barreras iniciales o dificultades por las que es necesario pasar para el crecimiento personal. Pero en uno de los libros más antiguos sobre técnicas de meditación budista que data del siglo V d.C, ya se alertaba de los problemas que podía suponer practicar meditación de manera incorrecta. Según se indica en este texto llamado «La Escritura de Meditación Dharmatrāta», la mente puede volverse confusa, inestable e inquieta y la persona, hundida y confundida. Estos síntomas no se consideran algo positivo, ni una experiencia de crecimiento, como sí afirman algunos meditadores modernos.

Los investigadores del estudio no sugieren abandonar este tipo de meditación, pero sí recomiendan que los principiantes opten por sesiones de meditación guiada. Se podrían evitar estas consecuencias negativas si se siguen las indicaciones de un maestro o de una aplicación a través de una voz grabada.

REFERENCIAS

Adverse events in meditation practices and meditation‐based therapies: a systematic review

El yoga y la meditación podrían tener un efecto indeseado: aumentar el ego de la persona