Tres expertos han participado en el coloquio online Infancia y COVID-19 organizado por QUO. Este es el resumen de sus exposiciones

Los expertos que han intervenido son:

Quique Bassat nos pone en situación:

“El estudio seroepidemiológico a nivel nacional, con más de 65.000 personas,  incluyó a 2.000 niños, y la prevalencia en niños era entre un 3 y un 5%. Así, si tenemos 8 millones de escolares, ese porcentaje es el que ha estado o está infectado (entre 240.000 y 400.000). Algunos lo estarán al llegar al colegio, y habrá casos positivos en el aula, claro. Si somos capaces de detectarlo, nuestra vigilancia epidemiológica se hará bien. Será fastidiado para el grupo burbuja porque tendrán que estar aislados, pero indicará que está funcionando bien el seguimiento de la pandemia y que podremos controlarla”.

Iniciamos el coloquio preguntado a Ignacio Molina Pineda cómo afecta el coronavirus a los niños.

Intervención del profesor Ignacio Molina Pineda

¿Por qué a los niños les afecta menos la COVID-19?  

Es algo que ha llamado la atención desde el principio, y lo que hemos visto es que hay diferencias que, por sí solas, quizá no lo explican todo, pero el conjunto sí da una idea de por qué los niños tienen una enfermedad menos severa que los adultos.

Lo primero es la inmunidad cruzada con el coronavirus causante del resfriado común. Entre el 15 y el 20 por ciento de los resfriados están causados por coronavirus primos hermanos del que causa la COVID-19. Esta protección que da la inmunidad cruzada se ha descubierto recientemente. Significa que personas que no han estado expuestas a SARS-CoV-2 sin embargo tienen células que les protegen de él porque han estado expuestas a otros coronavirus. Como los niños sufren continuamente resfriados comunes, entre cinco y diez episodios infecciosos por año,  la posibilidad de que estén  protegidos es muy alta, a diferencia de las personas mayores.

En segundo lugar, los niños expresas menos los receptores AC2, que son los que el coronavirus necesita para entrar en las células. Al entrar menos, se dividirá menos, y causará menos patología.

En tercer lugar, ante una infección los niños producen menos agentes inflamatorios, y recordemos que la inflamación del pulmón es la que suele ocasionar la muerte.  (Ver vídeo al final del texto, para más detalle)

«A diferencia de los ancianos, los niños tienen un sistema inmunitario recién estrenado, y su protección y respuesta a las infecciones es más fina, más ajustada, lo que evita daños mayores»

Resumiendo, hay factores relacionadas con la entrada del coronavirus a las células, y factores relacionados con la respuesta inmunitaria, que hacen que en los niños la enfermedad sea mucho más leve. A diferencia de los ancianos, los niños tienen un sistema inmunitario recién estrenado, y su protección y respuesta a las infecciones es más fina, más ajustada, lo que evita daños mayores.

¿Van a convivir COVID-19 y la gripe? ¿Esto lo hará más grave especialmente en los niños?

Probablemente será al revés, aunque te sorprenda. Hay un fenómeno que conocemos bien, y es la interferencia entre virus. Si hay una coinfección (cuando una persona tiene dos o más infecciones al mismo tiempo), unos virus interfieren con otros y causan menos daño. Se ha estudiado un porcentaje de niños coinfectado y no hay evidencia alguna de que al sumarse el de la gripe pueda agravar la situación, sino más bien lo contrario.

¿Hay que mantener abiertas las escuelas aunque haya infecciones?

Sí, sin duda. Esta situación va a estar con nosotros durante bastante tiempo. No podemos ponerle un plazo corto, incluso aunque esté la vacuna disponible, porque llevará tiempo inmunizar a un número suficiente de personas para que la transmisión se detenga. Necesitamos inmunizar a más del 70% de la población, 30 millones de españoles, y eso no va a llevar una semana, va a ser muy complejo.

Yo modularía las declaraciones optimistas de muchos políticos, empezando por el consejero de salud de la Junta de Andalucía o el Presidente del Gobierno, porque nos vamos a encontrar más obstáculos en el camino. No podemos hacer nuestra vida pensando en la vacuna, tenemos que hacer la vida lo más normal posible.

Intervención del doctor Pere Soler

El doctor Pere Soler lleva a cabo una investigación sobre Infancia y COVID-19 desde el hospital Vall d’Hebron de Barcelona. El estudio tiene tres fases. En la primera fase investigaron el contagio en niños durante el confinamiento; en la segunda fase estudiaron el contagio durante el verano, del 1 de junio al finales de agosto, con más de 500 niños, y en la tercera fase, en la que colaboran varios investigadores, están estudiando las llamadas escuelas centinela, en las que se está haciendo un seguimiento casi al día del coronavirus en niños y niñas ya escolarizados.

Lo primero es que los niños tienen en su inmensa mayoría formas leves, muy leves e inespecíficas de la enfermedad

¿Qué podéis decir ya según los datos que hay de estos estudios?

Lo primero es que los niños tienen en su inmensa mayoría formas leves, muy leves e inespecíficas de la enfermedad. La afectación pulmonar, o la hipercitoquinemia son extremadamente infrecuentes en la población pediátrica, incluso para niños con enfermedades de base (inmunodeprimidos, trasplantados etc).

Esto corrobora lo ya publicado en otros grupos, y debe tranquilizar a las familias. El niño o niña, en la escuela probablemente no se infectará, pero si se infectara, que puede pasar, las manifestaciones serán leves, y bastantes inespecíficas.

¿Qué síntomas tenemos que vigilar?

Como en la mayoría de las enfermedades virales, cuanto más pequeño es el niño más inespecíficos son los síntomas. Así que, en este caso, los síntomas que hay que vigilar son los mismos de cualquier cuadro viral. Esto, que da una imagen de lo leve que es, es verdad que nos llevará a la dificultad de diferenciar COVID-19 de otros procesos, y habrá que hacer muchos test, para muchas sospechas, y probablemente tendremos muchos menos diagnósticos positivos que sospechas.

Hay transmisión de niño a adulto, pero los estudios hechos hasta ahora dicen que muy poca

¿Los niños contagian más, menos, igual?

En la primera fase del estudio pudimos definir que el niño había generado el cuadro familiar en sólo un 3,5% de los casos de infección. En un 60% de los casos familiares, el adulto había empezado antes, y quedó un  porcentaje donde no pudimos establecer bien este circuito. Hay transmisión de niño a adulto, pero según muestran los estudios, muy poca.

Sobre la carga viral, parece que en adultos sí hay una correlación directa para determinar cuánto pueden contagiar. Pero en niños no. Posiblemente tiene que ver factores como la tos, el estornudo, o que los niños son bajitos. El niño nos llega por la rodilla, y eso puede limitar la transmisión.

La escuela es un derecho de los niños, y no hay base científica para impedir que se abran

Si buscamos que haya cero casos de transmisión en las escuelas, esto no va a pasar. Pero las escuelas se tienen que  abrir. Las escuelas son un derecho de los niños, y la sociedad no va a funcionar si las escuelas no están en marcha. No hay ninguna evidencia que nos permita impedir que vayan a la escuela.

En julio y agosto hemos tenido alrededor de 3.000 casos mensuales de menores de 18 años infectados. Eso son 100 casos al día. ¿Qué pasará si ahora tenemos esa misma cifra? ¿Dirán que la escuela es lo peor de lo peor?

Los niños no se van a infectar más por ir a la escuela, lo preocupante sería que llevar niños a la escuela aumente la curva de infección en la población

Los niños no se van a infectar más por ir a la escuela, lo preocupante sería que llevar niños a la escuela aumente la curva de infección en la población, que ya está en ascenso en muchos sitios, y sube de manera descontrolada. Entonces sí habría un problema. Lo que tenemos que conseguir es que el virus no entre a la escuela.

En aquellos países que han abierto las escuelas de una manera controlada, todo ha ido bien. Pero hay poca experiencia en países con una situación como la nuestra. Y hay que tener en cuenta que todo lo que veamos la semana próxima van a ser infecciones pre-escuela. Así que, por favor, démosle una oportunidad a las escuelas.

Hay muchas dudas y miedos sobre las mascarillas. ¿Pueden ser responsables de algún daño psicológico?

Hoy en día que todos vamos con mascarilla, ¿cómo vamos a pensar que los niños van a tener un problema por tener que llevarla? Toda la población va con mascarilla, qué niño no va hoy con mascarilla por la calle. Para él no va a ser ningún problema.

Esto, con perdón, no es el Ébola, y menos para los niños. Lo importante es la afectación a la gente mayor, que son a los que tenemos que proteger

Tenemos un proyecto de escuela centinela, que nos permitirá ir adaptando las recomendaciones a lo que vaya ocurriendo. Tendremos que ir adaptándonos y no pasa nada si el niño de 6 años se quita la mascarilla en clase un momento. Esto, con perdón, no es el Ébola, y menos para los niños. Lo importante es la afectación a la gente mayor, que es a los que tenemos que proteger.

La escolarización es un derecho de los niños y no hay base científica para no llevarla a cabo. Si queremos que la escuela funcione bien, hay que disminuir la transmisión comunitaria. No es responsabilidad de un departamento, o de una escuela, es responsabilidad de todos. No vale estar en una terraza, sin mascarilla, fumando, a medio metro de otro… y criticando. Tenemos que impedir que el virus entre en la escuela, y tenemos que hacerlo bien.

Intervención del doctor Quique Bassat

Quique Bassat ha trabajado en la elaboración del plan nacional para la incorporación de los niños a las escuelas.

¿En qué se han basado los protocolos para el regreso al colegio?

Lo fundamental es entender que los científicos usamos datos sólidos que nos sirven para elaborar recomendaciones. Esta es la base. Con esto, un grupo de pediatras trabajamos en el mes de mayo para elaborar las recomendaciones que sirvieran como marco genérico para que más tarde cada Comunidad Autónoma pudiera basarse en ellas al abrir los colegios. Estas recomendaciones las hicimos con poco conocimiento acumulado del coronavirus, apenas nueve meses, pero sí mucho más conocimiento de enfermedades infecciosas que tenemos desde hace mucho más tiempo (Quique Bassat es experto en Malaria).

Hemos intentado dar un marco genérico con recomendaciones que buscan disminuir la transmisión comunitaria del coronavirus, y no solo la protección del niño, sobre todo teniendo en cuenta que no es el más vulnerable.

El niño es el menos afectado desde un punto de vista clínico. Hemos utilizado recomendaciones de la OMS, del CDC de Atlanta, de colegios de pediatras norteamericanos, y hemos intentado proponer medidas, reconociendo que no son sencillas, y que muchas escuelas están teniendo problemas para adaptarse. Pero creemos que aplicadas bien confieren un riesgo asumible a la vuelta al colegio.

  • Sobre el uso de mascarilla, hay que decir que una mascarilla no es una escafandra. Los niños pueden llevarla en el colegió sin problema. Ya la llevan por ley en la calle.
  • Sobre la distancia social. Los modelos matemáticos nos dicen que por cada metro adicional de separación disminuye por tres el riesgo de infección. Y de esto depende el número de personas que recomendamos en un aula.
  • La ventilación.  Sabemos que el virus se trasmite entre 15 y 20 veces más eficientemente en lugares cerrados que en el exterior, por tanto, cualquier actividad al aire libre será bienvenida, y si no es posible, una ventilación frecuente de las aulas
  • También hemos dado algunas recomendaciones logísticas, para evitar la aglomeración en entradas y salidas  y que el riesgo sea el menor posible.

Que las escuelas no sean fenómenos  amplificadores de la transmisión del coronavirus

Sabemos que es imposible que las escuelas sigan a raja tabla todas esas recomendaciones y que se implementen al mismo tiempo. No tenemos los espacios, ni las aulas, ni el personal suficiente… Sin embargo, como salubristas tenemos que pedir las mejores medidas para que las escuelas no sean fenómenos  amplificadores de la transmisión, y que simplemente traduzcan lo que pasa de puertas afuera, que no sean el fuelle que hagan que la transmisión empeore drásticamente.

Algunas escuelas ya han anunciado que no pueden cumplir los ratios. Habrá que gestionar las medidas posibles, sin volvernos paranoicos, y sin pensar que estamos poniendo en riesgo a nuestros hijos. Si se siguen bien las medidas críticas: mascarilla, limpieza de manos, y ventilación, ya estamos minimizando el riesgo de manera importante.

¿Y qué pasa con los educadores y su miedo a contagiarse ellos?

Los educadores son un grupo más vulnerable que los niños. Pero los niños son peores transmisores. Me preocuparía más ser una cajera de supermercado o un profesor de un gimnasio. Pero también tenemos que garantizarles a ellos una vuelta al trabajo segura, con un riesgo mínimo.

En estos nueve meses nos hemos dado cuenta de la importancia de las enfermedades infecciosas. Hagamos lo que hagamos para protegernos individualmente, lo fundamental es que tengamos una visión comunitaria, lo que hacemos es para disminuir la transmisión comunitaria y, si no, no va a funcionar.

Aquí puedes ver el coloquio completo en Youtube

Aquí puedes ver más información sobre los expertos que han participado.