Es la pregunta que se están haciendo miles de personas: ¿puedo volver al gimnasio?

La respuesta más reciente la tiene un estudio publicado en medRxiv. Liderado por la epidemióloga Mette Kalager, de la Universidad de Oslo, el análisis evaluó el riesgo de transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 en gimnasios de la capital noruega.

Kalager y su equipo se contactó con numerosos gimnasios en Oslo para reunir a unos 4000 voluntarios, ninguno de los cuales había sido sometido a un test para saber si era positivo en COVID-19 entre mayo y junio. Por esa fecha Noruega señalaba 8309 casos confirmados y 235 muertes relacionadas con COVID-19 desde febrero, con un pico de infecciones a principios de mayo.

Aunque los gimnasios en Noruega todavía estaban cerrados, la mitad de los participantes tuvieron la oportunidad de entrenar en cinco gimnasios que se abrieron específicamente para el estudio y mantuvieron estándares de higiene y distanciamiento social muy específicos, como limpiar las máquinas después de cada uso y mantener a los participantes a 2 metros de distancia.

Las únicas personas con las que se cruzaron eventualmente fueron los participantes del estudio y el personal del gimnasio.

Más del 80% de los voluntarios fueron al gimnasio al menos una vez en las 2 semanas, y casi el 40% fue más de seis veces.A los otros 2.000 no se le permitió visitar el gimnasio, y siguieron con su rutina cotidiana. Después de aproximadamente 2 semanas, ambos grupos se sometieron a un test para detectar SARS-CoV-2. Del 80% de los participantes que enviaron sus pruebas solo una del grupo que debía ir al gimnasio, dio positivo, aunque según los autores, el voluntario no había ido al gimnasio y se habría contagiado en otro sitio.

Entonces es seguro ir al gimnasio, no? Pues con calma. Primero, en cuanto al estudio, aún no ha sido revisado por pares, lo que significa que los resultados pueden cuestionarse. Segundo, durante las semanas del estudio, Oslo declaró muy pocos casos nuevos por día, con un máximo de 24 en 1 día. Eso significa que el riesgo era muy bajo, demasiado de hecho para detectar una diferencia significativa entre ambos grupos. Otro detalle importante es que el estudio se llevó a cabo solo durante dos semanas, un tiempo demasiado breve como para saber si el periodo de incubación había terminado.

En principio, y a falta de más pruebas, ir a un gimnasio que respeta las medidas de higiene y de distancia y que ha logrado reducir a la mitad su aforo, en una ciudad con una baja incidencia, no debería ser un problema, según los autores.