A medida que la pandemia provocada por la COVID-19 disminuye en Europa, muchos países están relajando sus reglas de confinamiento. Pero, ¿cuál es la mejor estrategia para una desescalada? Es es la pregunta que busca responder un reciente estudio publicado en Frontiers in Public Health.

Científicos de la Universidad de Oxford y del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido han creado un modelo matemático. En él se analizan cuatro variables: el número de personas susceptibles de ser infectadas, las expuestas, las que pueden contagiar y las que se han recuperado (o fallecido). Con estos datos compararon distintas estrategias para la desescalada. Siempre con el objetivo de permitir que el mayor número posible de personas regresen a su trabajo. Y que no haya consecuencias negativas.

Los resultados de las simulaciones muestran que la mejor estrategia para una desescalada es llevarla a cabo en dos etapas. “Lo que sucede a medida que se reduce el bloqueo puede ser difícil de predecir – explica el líder del estudio Michael Bonsall –, sin embargo, cuando se considera un grupo lo suficientemente grande de personas, los modelos matemáticos pueden representar los comportamientos promedio esperados en una gran población. Nuestros resultados muestran que finalizar la cuarentena de forma simultánea para toda la población es una estrategia de alto riesgo”.

Así, de acuerdo con el equipo de Bonsall, la mejor opción sería que aproximadamente la mitad de la población salga de la cuarentena entre 2 y4 semanas después un pico de infección inicial, y luego esperar otros 3-4 meses, para permitir que pase un segundo pico potencial, y entonces sí  completar la desescalada.

En todo este contexto una de las claves es realizar pruebas a toda la población, señalan los autores, para tener una idea precisa de lo que está ocurriendo y así evitar cualquier propagación de la enfermedad. “Esto nos permitirá responder rápidamente si una segunda ola comienza a manifestarse” concluye Bonsall.