El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaba de conseguir la patente para utilizar una bacteria en terapias contra la depresión. La bacteria se llama Christensenella minuta y vive en el intestino de todos los humanos, en mayor o menor medida   

A lo largo de todo el tracto digestivo de los humanos viven millones de microorganismos. Tenemos con ellos una relación simbiótica, como los famosos líquenes. De hecho, cuando nos desplazamos movemos más bacterias que células propias. Esas bacterias no podrían vivir si no es por nosotros, y nosotros no somos nada sin ellas. Se nutren de nosotros, y nosotros somos los receptores de sus “residuos”, de todo lo que ellas metabolizan.

Entre el intestino y el cerebro hay una vía de comunicación, con carril de ida y vuelta, más que estudiado. Le llaman el eje intestino-cerebro. De ahí que se nos haga un nudo el estómago cuando estamos nerviosos. El refranero se adelantó a la ciencia en esto. Esa vía de dos direcciones, el cableado que comunica cerebro e intestino, son los nervios simpáticos (nervios esplácnicos) y parasimpáticos (nervios vagos), pero también el sistema hormonal y el sistema inmunitario.

Y así, lo que comemos varía nuestro microbioma, y lo que las bacterias metabolizan influye enormemente en nuestro bienestar.

Quienes consumen yogur con regularidad tiene unos ecosistemas bacterianos en el intestino más diversos. Lo contrario pasa con el consumo de leche entera o con una alimentación excesiva

Eres gran parte de lo que comes

A ese grupo de bacterias y otros microorganismos les llaman microbiota (y es un campo de estudio actualmente en auge). La microbiota no es igual en cada ser humano, y también varía con los años. Depende del sitio donde vives, la dieta, los fármacos que tomas etc. Todo eso hace que tengas un tipo de bacterias en más cantidad u otras. A parte de las que has heredado, que también son importantes.

En diversos estudios han comprobado que quienes consumen yogur con regularidad tiene unos ecosistemas bacterianos en el intestino más diversos. Lo contrario pasa con el consumo de leche entera o con una alimentación excesiva. También han encontrado relación entre estos microbios y la salud en general. Pero, ¿de ahí a la depresión?

En lo que tiene relación con la depresión, han encontrado que algunas bacterias intestinales tienen cierta influencia sobre nuestra salud mental, aunque de momento se ha estudiado más en animales que en personas.

Es muy importante subrayar que esa relación entre el metabolismo de los microbios del intestino y la salud mental es un tema controvertido en la investigación del microbioma. Hay quien la discute, y quien la defiende.

En ratones, por ejemplo, se ha observado que cuando se les introducen heces de humanos con depresión desarrollan síntomas propios de esta enfermedad. En humanos, se ha visto que cambiar el ecosistema intestinal puede reducir estados de ansiedad.

El segundo cerebro

Desde los años 70 se han publicado diferentes estudios en los que se recogen evidencias sobre el eje intestinocerebro.  El intestino y el cerebro se comunican entre sí, como hemos dicho, por medio de los nervios simpáticos y parasimpáticos (nervios vagos), pero también por el sistema hormonal y el sistema inmunitario.

Encontraron menos presencia de dos tipos de bacterias en las heces de personas deprimidas

Un estudio del Instituto Flamenco para la Biotecnología publicado en la revista Nature Microbiology encontró que algunas bacterias producen compuestos que afectan a nuestro estado mental, y también observaron que en pacientes deprimidos faltaban, o había menos cantidad de esas bacterias cuando analizaban sus heces.

El mismo estudio flamenco, buscó compuestos que producían estos organismos y encontraron DOPAC, uno de los metabolitos de la dopamina, el neurotransmisor más relacionado con el bienestar mental y el “buen rollo”. También encontraron menor presencia de estas bacterias en personas con depresión.

En un modelo de ratón carente de microbiota, los denominados germ free, se ha detectado menor cantidad de dopamina, lo que ha abierto interesantes líneas de investigación en la búsqueda de lo que ocasiona el Parkinson.

Las bacterias intestinales intervienen en la producción de serotonina, dopamina y GABA

La microbiota interviene en la liberación de serotonina y de GABA. Esta liberación se produce gracias a las propiedades de algunas bacterias que degradan el glutamato presente en ciertos alimentos facilitando su transformación en GABA. Este neurotransmisor es fundamental en el estado de ánimo. Tanto es así que ya hay estudios que demuestran que la administración de probióticos y, por tanto, un aumento de la disponibilidad de GABA, mejora el control de la ansiedad.

Así llegamos a Christensenella minuta, la bacteria que acaba de patentar el CSIC, de la  que ya anteriormente se ha encontrado su relación con la obesidad. Es más común en las personas delgadas.  Y ahora va a ser la base del desarrollo de terapias para trastornos del estado de ánimo, fundamentalmente, la depresión.

La tecnología que ha patentado el CSIC ha sido desarrollada por el equipo de la investigadora Yolanda Sanz, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC) y ya ha sido licenciada por  LNC Therapeutics, una empresa biotecnológica francesa especializada en la investigación y desarrollo de medicamentos en el área del microbioma intestinal.

La patente es fruto de los resultados del proyecto europeo MyNewGut un biobanco de bacterias a escala mundial.