Reducir las calorías y moverte como nunca ya no es suficiente. Según un nuevo estudio, todo está en la mente, y ligar la pérdida de peso a los valores personales de cada juno es la mejor manera para mantener la motivación en pleno auge. Los científicos obligaron a casi 200 personas a seguir una dieta estricta durante un año para descubrir que quienes se impusieron la disciplina por motivos personales perdieron el 13,3 por ciento de su peso inicial, por el 9,8 del resto de participantes. Y les resultó más fácil mantener su nueva figura. La diferencia está en ser capaz de tomar tres decisiones.

Elige la vida

Tu objetivo no debe ser perder un kilo por semana. Haz que los motivos que te llevan a iniciar el suplicio de una nueva dieta sean muy personales: llegar a ser un buen padre o abuelo, activo, que pueda pasar tiempo con los nietos sin que te tiemblen las piernas es un buen ejemplo.

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Prepárate para lo peor

Las dietas son un infierno, ya lo sabes. Pasarás hambre, te fatigarás y no podrás permitirte ni un solo capricho. Cambia el chip. Acepta que debes morder la manzana en lugar de lamer un sabroso helado, y que un paseo es más recomendable que sentarte a ver la tele. Construye con las nuevas coordenadas un nuevo yo con el que estés bien a gusto.

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Busca en tu interior

 

Controla el mono. Es importante que seas plenamente consciente de cómo tomas las decisiones relativas a la comida y a las actividades físicas. No dejes que interfiera tu viejo yo. Descubre todas las maneras que tiene de engañarte para que fracases en la dieta y adelántate a sus movimientos.

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