Cuando una persona reacciona con rapidez ante una situación imprevista se dice que tiene muchos reflejos. “Pero éstos son más bien una muestra de intelectualidad, de atención y decisión, y no tienen nada que ver con los verdaderos actos reflejos, que son reacciones físicas que todos experimentamos, independientemente de nuestra capacidad intelectual”, indica el doctor Juan Gibert, catedrático de Farmacología y director del Departamento de Neurociencias de la Universidad de Cádiz. 

En el hombre, casi todas las acciones son voluntarias, porque exigen pensamiento consciente y decisión; pero también existen otras automáticas, que pueden ser de dos clases:

Acciones autónomas de los órganos internos. El sistema nervioso autónomo mantiene y dirige las funciones esenciales que nos permiten vivir: la sangre fluye por las venas y arterias, los pulmones bombean aire… El cuerpo humano es un mecanismo rítmico. Por ejemplo, el corazón late cerca de 70 veces cada minuto. Y, durante este tiempo, inspiramos y espiramos entre doce y quince veces.

Nuestras pupilas pueden dilatarse hasta un 30% al ver a una persona que nos atrae

Actos reflejos. Son reacciones automáticas e inmediatas que se realizan sin control  –como el parpadeo, la erección, el rubor…– y que suelen tener una duración corta. Los hay incondicionados –como el rotuliano– que son innatos, se realizan incluso en el vientre materno y nos acompañan toda la vida, y condicionados –segregar saliva al oler la comida…–, que son aprendidos. Y es importante saber que, en términos jurídicos, se dice que no hay acción penal si hay acto reflejo, porque se considera que no existe margen de decisión. Podría ser el caso de una lesión causada por un cazador cuyo arma se disparase al estornudar. Según Pilar Gómez Pavón, profesora de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid, “son situaciones fortuitas y, en caso de denuncia, el juez puede pedir un peritaje médico para que asegure si el acto fue reflejo o no”.

Respuestas proporcionadas
En todo caso, ninguna de estas acciones se realizan porque sí. De hecho, todas ellas tienen misiones muy concretas:

Protección. “Actúan como sistemas de alarma ante un estímulo agresivo y sirven como defensa ante el dolor, los cambios de temperatura o las alteraciones respiratorias”, afirma el doctor Juan Gibert. Así, cuando inhalamos partículas que excitan los receptores sensoriales de la nariz se produce un estornudo. Y cuando hay un cambio de temperatura se pone en marcha el sudor –si hace demasiado calor– o los escalofríos, si hace frío. Aunque los reflejos para evitar el dolor tienen preferencia. Por ejemplo, si mientras nos estamos rascando recibimos un golpe en una pierna, el rascado cesa y es reemplazado inmediatamente por un reflejo de flexión de esa extremidad.

Un pequeño susto puede sincronizar los mecanismos de la respiración y ayudar así a eliminar el hipo 

Respuesta a emociones. “Es el caso del llanto al sentir pena o de la carne de gallina cuando tenemos miedo”, explica el doctor Juan Gibert. Aquí influyen la personalidad y las circunstancias. Según el doctor Gibert, “hay personas que manifiestan actos reflejos como el rubor o el llanto, de forma exagerada en situaciones y ante circunstancias que no están muy justificadas. En estos casos, es posible que exista un trastorno afectivo, como la fobia social”. Aunque también depende de la cultura. “Si un occidental ve a un indígena desnudo, puede sonrojarse o sentir impulsos sexuales, mientras que el nativo, al considerar el desnudo como algo natural, si ve al occidental despojado de ropa no sentirá ningún rubor”, afirma Juan Gibert. Según Charo Castaño, psicóloga clínica, lo ideal es intentar que la reacción sea proporcionada al estímulo y las circunstancias. Porque, aunque las emociones son involuntarias, “hay una cultura y una educación que permiten que se expresen de forma más adecuada al entorno social”, añade. 

Picor

Se trata de una sensación que lleva al rascado y se debe a la irritación de las terminaciones nerviosas de la piel.

Puede tener orígenes muy diferentes:
Aumento de la temperatura. “Acercarse a una fuente de calor incrementa el prurito de origen cutáneo”, explica el doctor Miguel Aizpún, miembro de la Academia Española de Dermatología.

Cuestiones psicológicas. Por ejemplo, al ver o pensar en un insecto.

Incremento de la histamina. El chocolate, el marisco o el café pueden aumentar el picor, ya que tienen esta sustancia química irritante. Y también se produce picor en las alergias, ya que nuestro cuerpo libera histamina.

Problemas cutáneos. Desde piel seca a urticarias, infecciones por hongos, eccemas, dermatitis, quemaduras solares, grasa o caspa en el cuero cabelludo.
 
Qué hacer:
Si la causa es la piel seca, beber agua y lograr una hidratación adecuada con cremas y evitando el enjabonamiento frecuente. Para las alergias existen medicamentos antihistamínicos. Además, en las farmacias se venden diversos productos contra el picor que producen alivio.

Lagrimeo

Las lágrimas están formadas por una solución salina que es segregada por las glándulas lacrimales y
que mantiene los ojos húmedos y limpios.
En general, existen diferentes causas que provocan el lagrimeo:
Irritaciones locales. Por la presencia de humo, polvo, tierra o esencias fuertes –cebolla…– .

Infecciones. Debido a conjuntivitis víricas y bacterianas.

Origen emocional. A veces, en casos de tristeza o alegría, el sistema neurovegetativo hace que las glándulas lacrimales emanen más cantidad de líquido.

Qué hacer:
En los dos primeros casos, hay que mantener limpia la zona del ojo y no restregarlo. Si la causa es emocional y queremos reprimir la emoción porque estamos en público, podemos conseguirlo realizando una respiración profunda.

Estornudo

Se produce al arrojar con violencia el aire de los pulmones, debido a la espiración involuntaria y repentina causada por un estímulo que actúa sobre la membrana pituitaria.
Dentro de las causas más comunes destacan:
Olores fuertes e irritantes. En el fondo de la nariz se recibe el estímulo y se produce una vasodilatación.

Luz del sol. Cuando a la membrana del ojo llegan de forma brusca los rayos solares, el estímulo provoca una señal eléctrica a través del nervio óptico que, a su vez, se transmite a los nervios nasales y causa el estornudo.

Infecciones. Como el resfriado y la gripe.

Alergia a productos. Como polvo, polen…. “La causa médica fundamental del estornudo repetido es la rinitis estacional o alergia”, explica Vicente Baos.

Qué hacer:
Si es por alergia, hay que mantenerse alejado del alergeno y utilizar antihistamínicos. En los otros casos, lo mejor es despejar las fosas nasales –sonándose la nariz– para evitarlo.

Rubor

Aparece cuando aumenta la presión sanguínea, la sangre sube hacia el cerebro y se produce una vasodilatación periférica en las zonas con mayor número de capilares: mejillas, nariz y orejas.
Dependiendo de las causas, se habla de un tipo distinto de rubor:
Enrojecimiento. Puede deberse a un aumento de temperatura, fiebre, aditivos alimentarios –picantes…–; bebidas muy calientes, alcohol, drogas vasodilatadoras o, en la menopausia, a la caída en los niveles de estrógenos.

Rubor propiamente dicho. Lo provocan estímulos emocionales: cuando sentimos vergüenza, mentimos… “El sistema vasomotor manifiesta así la reacción que le produce una emoción no aceptada”, explica Charo Castaño.

Qué hacer:
Si se trata de rubor, lo mejor es aprender a disminuir la excitación a través de una respiración abdominal que nos relaje. En el enrojecimiento, si es por fiebre hay que reducirla con antitérmicos; si la causa es el alcohol conviene dejar de tomarlo o, en su defecto, consumir bebidas de menor graduación; y si se debe a la menopausia, se recomienda la medicación con estrógenos.

Hipo

Está provocado por la contracción súbita e involuntaria del diafragma. El aire entra de forma muy rápida y las cuerdas vocales se cierran, lo que produce el peculiar sonido.
“Cuando no desaparece pasados unos días, podría tener su origen en tumores asintomáticos”, indica el doctor Vicente Baos. Pero dejando de lado estos casos, las causas más frecuentes del hipo son:
Irritaciones. De la parte inferior del esófago –por alteraciones en la respiración, regurgitación, alimentos muy calientes…– o de la lengua, faringe o laringe.

Otros orígenes. Exceso de gases en el intestino o el estómago o existencia de inflamaciones en el peritoneo –la membrana que tapiza la cavidad abdominal–.

Qué hacer:
Si es por causas médicas, hay que eliminarlas. En niños, conviene cambiarles de postura y masajearles el estómago. Para otros casos, hay trucos como beber agua a tragos cortos. El de quitarlo con un susto se debe a que los movimientos respiratorios son controlados por centros nerviosos del bulbo cerebral y, con un sobresalto, que activa estas áreas, los mecanismos que los regulan se sincronizan. 

‘Carne de gallina’

Los receptores sensoriales que existen en nuestra piel emiten estímulos que llegan a cada folículo piloso, donde hay un músculo erector que provoca que se ericen tanto la epidermis como el vello.
Puede aparecer por varios motivos:
Frío. Los receptores de la piel lo detectan y causan una vasoconstricción, que hace que el músculo erector se contraiga y aparezcan la ‘carne de gallina’ y los ‘pelos de punta’.

Fiebre. En el inicio de una infección suele aparecer ‘carne de gallina’.

Placer o miedo. La piel se eriza ante sensaciones placenteras –cuando nos acarician…– y el vello, ante el miedo.

Qué hacer:
Si es por frío, abrigarse o beber líquidos calientes. En el caso del vello erizado a causa del miedo, lo único efectivo es recurrir a la relajación.

Salivación

Aparte de los dos mecanismos principales para producir saliva –orientados a preparar la masticación y a formar el bolo alimenticio– existe un tercero causado por el recuerdo o la visión de una sustancia. “Aparece un exceso leve de salivación, pero sentimos que se nos ‘hace la boca agua’, al tomar una mayor conciencia de la presencia de saliva en la boca”, asegura el doctor Alfonso Villa, presidente del Consejo General de Colegios
de Odontólogos de España.
Pueden provocarlo varias causas:
Hambre. Las contracciones intestinales suelen ir acompañadas de aumento de la salivación.

Determinados alimentos. Los de superficie lisa y sabor ácido o dulce hacen que haya más saliva.

Evocación de una sustancia o percepción por la vista, el olfato, el oído y el tacto. Ante ellas producimos más saliva, como si fuésemos a tomar el alimento.

Qué hacer:
Es un acto reflejo condicionado. No puede reprimirse.

Calambres

Se trata de contracciones espasmódicas y poco duraderas de músculos, sobre todo de la pantorrilla y de las manos. Es calambre profesional si aparece en un grupo muscular muy utilizado en el trabajo –en deportistas, pianistas…–.
Tiene diversos orígenes:
Transpiración exagerada. Provoca una pérdida de agua y sal en el organismo.
 
Exceso de ejercicio. Forzar un músculo más de lo habitual hace que se contraiga al terminar con la reserva de glucosa y formarse ácido láctico.

Cansancio. Al igual que la mala circulación en el músculo, provoca estas contracciones involuntarias.

Embarazo. En las últimas semanas, el aumento de peso puede producir calambres en los gemelos.

Qué hacer:
Dar un masaje en la zona contraída, colocar calor seco durante veinte minutos o comprimir los músculos y poner el miembro afectado en una posición distinta. Un buen truco si el calambre se produce en los gemelos es levantar el dedo gordo del pie hacia la pantorrilla.