Los franceses atacan sin pudor a nuestros deportistas y les acusan de doparse hasta el tuétano. El problema de este tipo de ataques es que son como una especue de boomerang que puede volverse contra quien lo lanza. Y si repasamos la historia de la cutlura francesa encontramos que algunos de sus totems sagrados son en realidad unos tramposos de tomo y lomo. En esta galería van unos cuantos ejemplos.

Alejandro Dumas

La leyenda cuenta que en una ocasión Alejandro Dumas le preguntó a su hijo.

-¿Has leído mi última novela?

-Si- le respondió- ¿Pero la has leído tú?

Y es que Dumas, autor de casi un centenar de obras, más que un escritor era una franquicia, ya que utilizaba el trabajo de otros literatos (lo que vulgarmente se concoe como «negros») para crear sus obras. El más famoso de todos fue Auguste Maquet, al que se le atribuye la auténtica autoría de Los tres mosqueteros. Esto no quiere decir que Dumas no escribiera personalmente algunas de sus obras. Lo hizo, pero incluso en ese caos recurrió a métodos poco lícitos. Como el plagio. Una tesis doctoral de Fabio J. García Saleh ha demostrado que Don Alejandro copió el argumento de la celebérrima El conde de Montecristo de una novela de E. Bulwer-Lytton (el autor de Los últimos días de Pompeya) titulada Zanoni.

 

Moliere

En 1919, el escritor y poeta Pierre Louys lanzó la audaz tesis de que gran parte de las obras atribuídas a Moliere habían sido escritas en realidad por Corneille. Se basaba en que al analizar los textos del primero había encontrado una versificación muy similar a la que usaba el segundo. Los defensores de esta teoría esgrimen como prueba añadida el hecho de que Moliere jamás dejara un borrador ni un solo escrito previo de sus obras. Un detalle bastante sospechoso. No fue este el único pecado del dramaturgo francés quien también recurrió al plagio, ya que su obra El avaro se considera una copia de La Aulularia de Plauto.

Amelie

Pues aquí lo tienen. El superéxito del cine francés de las últimas décadas está realmente calcado de una de las dos historias que componen la película hongkonesa Chungking express, de Wong Kar-Wai. igual que la francesa, la cinta china está protagonizada por una camarera soñadora que expose sus filias y fobias y que trata de hacer felcies a quienes la rodean. Además el parecido físico entre ambas actrices esmás que evidente.

Asterix y Obelix

Ni en el comic se libran. Según un artículo publicado en el diario argentino La Nación. René Gonscinny, el creador de Asterix y Obélix, se crió en Argentina y allí conoció los tebeos de Patorozú y Upa, dos indios pertenecientes a la etnia de los tehuelches, a la que las leyendas atribuían una fuerza portentosa y sobrenatural. Al igual que la pareja de indómitos galos, el protagonista Patorozu tiene un amigo obeso llamado Upa que siente debilidad por los jabalíes.

Arsene Lupin

Héroe, o antihéroe, de la literatura gala. Creado por el escritor Maurice Leblanc es un ladrón de guante blanco, seductor y caradura, pero con una ética mayor que la de las personas que viven al lado de la ley. Todo eso estaría muy bien si en realidad el personaje no fuera un calco de John Raffles otro ladrón de idénticas características, pero en este caso de nacionalidad británica y credod por el novelista Ernest William Hornung.

Laurent Fignon

Mucho reirse de Rafa Nadal a cuenta del supuesto dopaje, pero la historia del deporte francés está llena de casos de auténticos tramposos. Entre ellos una auténtica leyenda del ciclismo galo, Laurent Fignon. El dos veces campeón del Tour de Francia, reconoció en un libro que utilizó sustancias dopantes durante su carrera, y afirmó que : «Era el sistema el que nos traía eso. Era parte del trabajo, parte del juego. Para algunos, era un juego. Hizo falta el caso Festina (1998), la exageración del dopaje organizado, para que tomáramos conciencia de las cosas», aseguró el ex ciclista galo, ya fallecido de un cáncer de páncreas.

Julio Verne

A Julio Verne (según explican los especialistas en su obra Garmt de Vries y Jean-Michel Margot) le acusaron de plagio en varias ocasiones. Edouard Cadol, que había cooperado con él en una obra de teatro, dijo ser coautor de La vuela al mundo en ochenta días, y aunque no hubo juicio, finalmente consiguió la mitad de los derechos de la obra. León Delmas le llevó a juicio por un pasaje de Viaje al centro de la Tierra, que tenía similitud con una obra suya donde mencionaba una “sombra lunar”, aunque en la historia de Verne se hablaba de “sombra solar”. Finalmente Julio Verne fue considerado inocente. El químico francés Eugène Turpin, también demandó a Verne por haberse basado en él para crear el personaje de Tomás Roch para su obra Ante la bandera. Finalmente Verne fue declarado inocente, aunque en una carta enviada a su hermano, reconocía haberse inspirado en Turpin.