¿Con qué tipo de cáncer se relaciona?

Con tumores cerebrales, y específicamente con el glioma y el neurinoma del nervio acústico. Alejandro Úbeda, jefe de Sección de Bioelectromagnética del Hospital Ramón y Cajal, asegura que, además, un estudio israelí publicado en 2008 concluye: “Usar el teléfono móvil durante más de 10 años duplica el riesgo de ser diagnosticado de un tumor de glándula parótida”. Sin embargo, Francisco Vargas, miembro del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud, replica: “Cuando no había móviles ya había gliomas. Yo no estoy muy preocupado, y creo que la OMS debería cuantificar los riesgos e indicar las medidas a tomar”. Por su parte, Ricardo Díez Valle, de la Clínica Universitaria de Navarra, dice: “En el estudio de Interphone sí se detectó que pacientes con más uso y durante más años tenían tendencia a padecer tumores en la zona de la oreja. Y eso, cuando el uso entonces era mucho menor”.

¿Son las antenas menos peligrosas?

Pues, según el mismo informe del IARC: “El análisis de la literatura científica actual no permite clasificar como posible o probable carcinotóxica la exposición ocupacional y la medioambiental asociada con la transmisión de señales de radio, televisión y telecomunicaciones inalámbricas (antenas), y que es necesario seguir investigando”. Y es que, aunque a menudo la precaución se ha tenido con las antenas, los expertos coinciden en que la cantidad de radiación mayor la recibimos cuando hablamos por el móvil. “Y especialmente en zonas de poca cobertura, lejos de antenas, en las que el teléfono emite a mayor potencia para comunicar”, asegura Alejandro Úbeda, experto en radioprotección ante radiaciones no ionizantes del Hospital La Paz (Madrid).

¿Qué dice la OMS?

El comunicado que la OMS hizo público el 31 de mayo aseguraba: “La Agencia Internacional de Investigación  del Cáncer (IARC) ha clasificado los campos de radiofrecuencia electromagnética como posible carcinogenético para humanos (2B) basándose en un incremento de riesgo de glioma, un tipo de tumor maligno, asociado al uso de teléfonos móviles”. Elisabeth Cardis, del centro de Investigación de Epidemiología Ambiental (CREAL) de Barcelona es uno de los 31 científicos convocados por el IARC para revisar las últimas investigaciones al respecto, y en cuyas conclusiones se basa su decisión. Según ella: “El IARC estaba esperando los resultados de diversos estudios (algunos de ellos no hechos públicos todavía) para evaluar este agente medioambiental cuyo uso ha proliferado tanto en los últimos años. Hemos hecho una revisión crítica de toda la evidencia científica al respecto (estudios epidemiológicos, en células, experimentales con animales, etc.) para ver si había evidencia o no de riesgo para el cáncer. Y hemos concluido que hay varios estudios que indican que hay un riesgo posible. El siguiente paso será que la OMS en Ginebra evalúe información sobre otras patologías, y entonces, agencias nacionales e internacionales valorarán si hay que tomar medidas”.

¿Se deberían tomar más medidas?

Si el indicio se convirtiera en certeza, habría que bajar los límites, tal como se ha propuesto desde algún estamento de la UE”, asegura Alejandro Úbeda, experto del Hospital La Paz de Madrid. El 6 de mayo de 2011, la Asamblea del Parlamento Europeo decía respecto al anuncio de la OMS: “Es necesario respetar el principio de precaución y revisar los valores límite vigentes, porque, el hecho de prolongar la espera hasta que se obtengan altos niveles de certeza científica puede conllevar elevados costes sanitarios”.

¿Ha habido un aumento de tumores cerebrales ?

Cristóbal Belda, experto en tumores cerebrales del Hospital La Paz de Madrid, asegura: “No ha habido un incremento de tumores cerebrales en las zonas tecnológicas. Lo que sí ha habido es una mejora de los métodos de diagnosis y una mejora en nuestras bases de datos”.  Por su parte, Ricardo Díez, neurocirujano de la Clínica Universitaria de Navarra, asegura: “Los expertos estamos viendo los mismos casos de tumores cerebrales que hace 20 años. Actualmente hay una incidencia de 6 por cada 100.000 habitantes. Lo que no significa que no pueda haber un aumento tan pequeño que no se note ahora, o que aparezcan dentro de unos años y empecemos a ver incrementos a 7 u 8 casos por cada 100.000 habitantes y uno de ellos se deba al uso del teléfono móvil. Nada es descartable. Ahora no se sabe, pero el período de latencia y el de exposición aún no están suficientemente estudiados”.

¿Cómo reducir la exposición a este tipo de radiación?

Una cosa tan sencilla como ponerse un auricular para hablar con el móvil en vez de en la oreja reduce muchísimo la exposición del cerebro a esta radiación, así que, ¿por qué no hacerlo?”, asegura Ricardo Díez,
de la Clínica Universitaria de Navarra
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Por su parte, Elisabeth Cardis, experta del CEAL, afirma: “Mientras comprobamos si el riesgo existe o no, la exposición es muy fácil de limitar, pues esta solo se produce cuando acercamos el móvil a la cabeza. Si lo alejamos, se reduce muchísimo, así que con solo usar el altavoz del teléfono o un manos libres sería suficiente”.
Además, en la Sociedad Española de Protección Radiológica se publica una guía de reducción de la exposición a las emisiones de los teléfonos móviles. En ella, además del uso de auriculares, se aconseja no hablar en sitios con baja cobertura, como trenes y túneles; enviar más SMS, no cubrir la antena con la mano (esto la obliga a incrementar la potencia de emisión) y supervisar su uso en niños y jóvenes. De hecho, este grupo está siendo objeto de un estudio específico, Mobi-kids, sobre el efecto del uso del móvil a edades tan tempranas, cuyos resultados no estarán listos al menos en cuatro años.

¿En qué investigaciones se basan quienes relacionan el uso del móvil con el cáncer?

El estudio más importante es Interphone, de la Agencia Internacional del Cáncer de la OMS. En él se estudió la relación entre el uso del móvil y el riesgo de tumores cerebrales.  Estos investigadores concluyeron: “El incremento del riesgo de cáncer de cerebro no se ha establecido a partir de los datos de Interphone”. Sin embargo, como cuenta Elisabeth Cardis, principal autora de este estudio: “Hay nuevos artículos del estudio Interphone, aceptados para publicación, que añaden información sobre cáncer de nervio acústico. Así como otros que estiman el nivel de radiofrecuencias en el cerebro al nivel del tumor, con resultados sorprendentes”. Ante quienes aseguran que los datos de Interphone son antiguos, Cardis dice: “Es preocupante que aun en pacientes diagnosticados entre 2000 y 2004, con menos uso, ya vimos mayor riesgo de cáncer en el lóbulo temporal a quienes hacían un uso más intensivo”.

¿Qué tipo de ondas se emiten cuando hablamos por móvil?

Según Francisco Vargas, del Comité Asesor de Radiofrecuencias y Salud: “La energía se emite en forma de ondas o partículas. En el caso de los móviles se trata de ondas electromagnéticas dentro de las cuales existen las ionizantes y las no ionizantes. Las primeras son las que transportan energía suficiente como para variar los enlaces químicos que hay entre las células, es decir, pueden alterar el ADN (rayos X, radiación nuclear, etc.). Los móviles son no ionizantes, es decir, que no producen alteraciones químicas directas”. Sin embargo, sí sabemos que causan efectos por calentamiento de los tejidos expuestos, principio por el cual se legislan ahora sus emisiones. Y también, según Ricardo Díez, neurocirujano de la Clínica Universitaria de Navarra: “Se sabe por la experiencia en laboratorio que la exposición prolongada del teléfono en una zona altera sus células. Y estas alteraciones, a la larga, podrían dar lugar a tumores”.