Incluir una aspirina diaria en la ‘dieta’ de los mayores no ofrece ningún beneficio a la hora de evitar enfermedades cardiovasculares, demencia o discapacidad. Por el contrario, aumenta el riesgo de sangrado en el tracto digestivo y el cerebro. Estas son las principales conclusiones que se recogen de un reciente estudio realizado en Australia.

Lo cierto es que este mito es ampliamente conocido, y millones de personas sanas toman pequeñas dosis de aspirina regularmente con la creencia de que el medicamento prevendrá ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Pero cuando los investigadores observaron a más de 19.000 personas en Australia y los Estados Unidos durante casi cinco años, descubrieron que no era así.

«Las directrices clínicas señalan los beneficios de la aspirina para prevenir los ataques cardiacos y los accidentes cerebrovasculares en personas con afecciones vasculares como la enfermedad de las arterias coronarias», señaló en un comunicado de prensa Richard J. Hodes, director del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, que ayudó a financiar la investigación.

«La preocupación ha sido la incertidumbre sobre si la aspirina es beneficiosa para las personas mayores sanas que no tienen esas condiciones”, señalaba Hodes.

Las personas que participaron en la prueba (la mayoría de ellas de Australia) eran mayores de 70 años, excepto afroamericanos e hispanos en los Estados Unidos (que fueron reclutados a los 65 años o más porque las personas en esos grupos tienen un riesgo más alto de enfermedades cardíacas y problemas cardiovasculares que los registrados en personas de raza blanca).

Alrededor de la mitad de ellos tomaron 100 miligramos de aspirina al día (un poco más que una aspirina para bebés, que tiene 81 miligramos) y a la otra mitad se les suministró un placebo. A todos se les hizo un seguimiento durante una media de 4.7 años.

Los resultados del estudio, dirigido por John McNeil de la Universidad de Monash en Melbourne, fueron publicados recientemente en tres artículos de la revista New England Journal of Medicine. Se llamó el ensayo de Aspirina en la Reducción de Eventos en los Ancianos (ASPREE).

Una de las primeras sorpresas para los investigadores fue descubrir que el grupo que tomó aspirina murió a una tasa ligeramente más alta por todas las causas que el grupo que no la tomó.

La diferencia se atribuyó casi por completo al cáncer, una de las principales causas de muerte de las personas mayores, y no a la hemorragia interna. Pero los investigadores interpretaron los datos con cautela, porque otros estudios han mostrado que la aspirina tiene un efecto protector contra el cáncer colorrectal.

Los investigadores no afirmaron si las personas mayores sanas que han estado tomando aspirina deberían dejar de hacerlo. Y los hallazgos no se aplican a las personas negras o hispanas menores de 65 años u otras menores de 70 años.

¿Cuál es entonces la recomendación de los expertos respecto a este tema? El US Preventive Services Task Force recomienda que las personas entre los 50 y 59 años de edad tomen dosis bajas de aspirina para prevenir problemas cardiovasculares y cáncer colorrectal si tienen un 10 por ciento o más de probabilidades de sufrir eventos como ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares y no tienen condiciones que aumenten sus probabilidades de sangrado.

El riesgo generalmente se calcula utilizando factores como la edad, la presión arterial, los niveles de colesterol, los antecedentes de tabaquismo y otras afecciones como la diabetes.

Para las personas de 60 a 69 años con un riesgo de 10 por ciento o más de eventos cardiovasculares, el grupo de trabajo considera que la decisión es individual. Para las personas mayores de 70 años, el grupo de trabajo dice que no tiene suficiente información.

Cuando los investigadores observaron aspectos concretos como la muerte, la discapacidad y la demencia, no encontraron prácticamente ninguna diferencia entre el grupo que tomaba aspirina y el grupo al que se le administró un placebo: 21.5 eventos por 1000 personas-año en el primero y 21.2 por 1000 personas-año en el segundo.

Para la enfermedad cardiovascular, la tasa fue de 10.7 eventos por cada 1000 personas-año en el grupo de aspirina y 11.3 eventos por cada 1000 personas-año en el grupo de placebo (tampoco se consideró ninguna diferencia).

Pero el índice de sangrado fue significativamente más alto en el grupo de aspirina: 3.8 por ciento contra 2.8 por ciento.

«El uso de dosis bajas de aspirina resultó en un riesgo significativamente mayor de hemorragia mayor y no resultó en un riesgo significativamente menor de enfermedad cardiovascular que el placebo», escribieron los investigadores en uno de los artículos.

Fuente: Sciencealert.com

Belén Robles González