De momento no existe ningún tratamiento que cure o revierta la demencia. Pero el diagnóstico temprano puede ser de gran ayuda para intentar (si es posible) ralentizar el avance de la enfermedad. Por eso resulta tan trascendental el resultado de un estudio realizado por la Universidad de Toronto, que sugiere que los síntomas de la demencia se hacen más intensos y evidentes en invierno y primavera.

Los investigadores trabajaron con 3.000 adultos de 70 años de media, para estudiar como variaban las proteínas del cerebro y del fluído espinal con las estaciones, y como esos cambios afectaban a sus habilidades cognitivas. Y comprobaron que los síntomas asociados a la demencia empeoraban y se hacían más evidentes en el período comprendido entre diciembre y junio, comparándolo con como se manfiestaban entre julio y diciembre. Los participantes mostraban peor capacidad de atención y concentración, y también para memorizar datos en invierno y primavera.

El hallazgo es realmente importante, porque significa que en los primeros estadíos de la enfermedad, los síntomas pueden quedar enmascarados en verano y otoño, lo que haría más difícil realizar un diagnóstico temprano en esas estaciones. Pero, ¿a qué se debe?

Los investigadores aún no lo saben, pero creen que los niveles más altos de vitamina D que se alcanzan en verano, y permanecen acumulados durante parte del otoño, podrían tener algo que ver.

Fuente: Telegraph.

Vicente Fernández López