Los priones son agentes infecciosos formados por proteínas deformes y, cuando penetran en el organismo humano, afectan a las proteínas sanas transformándolas en nuevos priones. Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, revela que estos agentes infecciosos pueden vivir en el cerebro humano durante al menos treinta años, antes de que el paciente comience a desarrollar los síntomas de la enfermedad.

Los investigadores realizaron un estudio con pacientes japoneses que habían desarrollado una variante de la enfermedad de Creutzfeldt Jakob (conocida como el mal de las vacas locas). Los enfermos se habían infectado al recibir implantes de duramadre (un tejido membranoso que recubre el cerebro y la médula espinal), procedente de cadáveres humanos, durante una intervención quirúrgica. Dichos implantes se utilizaban para reparar pequeños daños ocurridos durante la intervención.

Y lo que descubrieron fue que aunque la mayoría de los pacientes habín contraído la enfermedad en la primera mitad de los años 80, no empezaron manifestar los síntomas hasta el período comprendido entre 2010 y 2015, es decir treinta años después. Ese período de treinta años parece ser el mínimo de tiempo necesario antes de que la enfermedad se manifieste. Pero en algunos casos ese período puede ser mucho mayor. De hecho, las autopsias demuestran que hay personas que fallecen después de cuarenta años llevando los priones en su cerebro, pero que nunca llegaron a desarrollar la enfermedad.

Eso sí, cuando comienzan a aparecer los síntomas, el avance del mal es tan devastador como imparable, y la mayoría de los pacientes fallecen en un lapso de unos dos años.

Fuente: Center for Disease Control and Prevention.

Vicente Fernández López