¿Te provocan repelús las superficies con muchos agujeros o bultos, o las burbujas? Entonces seguramente tengas tripofobia, nombre con el que se conoce a la aversión hacia las superficies u objetos que muestran figuras geométricas pequeñas muy juntas. Nunca ha sido considerada oficialmente como una fobia aunque, coloquialmente, se usaba esa calificación para referirse a la sensación que provoca. Tampoco había demasiadas investigaciones sobre este tema. Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por la Emory University, en Atlanta, ha desentrañado un poco el misterio que rodea a este singular «trastorno».

Los investigadores realizaron un experimento en el que midieron las reacciones de las pupilas de los voluntarios, mientras miraban una serie de fotos, algunas de ellas eran de animales tales como arañas, serpientes, escorpiones… y otras mostraban patrones geométricos asociados con la tripofobia. Y el resultado fue que, al ver las primeras, las pupilas de los participantes en el estudio se dilataban, una reacción asociada con la sensación de miedo. Mientras que al ver las segundas, se contraían, algo vinculado con el asco o la repugnancia.

Los resultados del estudio parecen confirmar que el miedo no es la causa de la tripofobia, como suele ser lo habitual en las fobias. Más bien sería el asco la sensación vinculada con este tipo de reacciones. Pero, ¿qué es lo que la provoca? Un estudio realizado en 2013 en la Universidad de Essex, sugirió que podría ser un mecanismo evolutivo de supervivencia, basado en la asociación inconsciente que realizamos de esas formas geométricas, con los patrones que se encuentran en la piel de ciertos animales peligrosos como las serpientes.

Pero otro estudio realizado en 2016 propuso una tesis al ternativa, según la cual estaría vinculada con el rechazo inconsciente a la existencia de parásitos, infecciones, y a la descomposición de tejidos provocada por la putrefacción. Es decir, por el asco. Y los resultados del nuevo estudio parecen reforzar dicha tesis.

Vicente Fernández López