Lee Jeong Hwa huyó de Corea del Norte en 2010. Vivía en el condado de Kilju, en el que se encuentra Punggye-ri , el lugar en el que el gobierno del país asiático ha realizado sus pruebas nucleares subterráneas. Ahora, el relato de Lee nos ofrece datos escalofriantes sobre la salud de los habitantes de dicha región. Según cuenta el desertor, allí nacieron bebés cuyo sexo no pudo ser determinado porque carecían de genitales, y las cifras de mortalidad aumentaron de forma alarmante. «Murió muchísima gente. Creíamos que era porque éramos pobres y no teníamos comida ni medicamentos. Pero ahora creo que fue por la radioactividad», ha declarado el fugitivo.

Lee también relata que las truchas de los lagos de la zona murieron, y que los bosques de pinos se secaron y desaparecieron. Datos que hacen pensar que en la zona podría haberse producido un fenómeno geológico conocido como «síndrome de la montaña cansada», y que es típico de las zonas en las que se realizan pruebas nucleares.

Pero lo cierto es que la cosa no está tan clara. Investigadores del del Centro James Martin para Estudios de No Proliferación en Monterey, California, tienen sus dudas de que los hechos relatados por el desertor se deban a la radioactividad. Según explican, existen poderosos sensores que monitorizan los niveles de radioactividad en Corea del Norte, y hasta la fecha no han detectado nada anormal. Además, algunos de los sucesos a los que se refiere Lee se remontan a la década de 1990 cuando, oficialmente, la primera prueba nuclear en el país asiático se realizó en 2006. Los investigadores sospechan por tanto que debe existir otra causa desconocida que está afectando a los habitantes y al medioambiente de Kilju.

Sea como sea, lo cierto es que no dejan de surgir noticias sobre la precaria salud de parte de la población norcoreana. A finales de noviembre, otro desertor norcoreano llegó a Corea del Sur, y el examen médico reveló que, además de hepatitis B, tenía el organismo infectado de parásitos, algunos de los cuales medían casi veinte centímetros. Los médicos que le trataron aseguraban que no habían visto nunca algo así salvo en los libros de medicina y explicaron que, con toda probabilidad, la presencia de dichos parásitos se debía al uso de heces humanas como fertilizantes en los cultivos.

Vicente Fernández López