Que levante la mano aquel que no le da pavor ir al dentista. ¿Nadie? Lo entendemos, nosotros tampoco la hemos levantado. Es un miedo tan común, que muchos son los que se afanan en evitar este miedo a la mayoría de la sociedad.

¿Podría convertirse ir al dentista al equivalente en dar un paseo por la playa? Probablemente tu primera respuesta sea no, pero es lo que están intentando un grupo de científicos británicos. Para ello, probó poner a los pacientes unas gafas de realidad virtual mientras se sentaban en la temible silla del dentista, con el fin de averiguar si esto podría reducir los niveles de ansiedad. La técnica, bautizada como ‘Bottled nature’ (naturaleza embotellada), pretende ayudar a mucha gente a superar el miedo al odontólogo. Pero, como es evidente, no funciona con todo el mundo.

El estudio, publicado en la revista especializada Environment and Behaviour, asegura que «la idea es que si involucramos a la naturaleza en una situación de estrés, tal como la consulta de un dentista, la persona debería tener un beneficio similar a cuando la disfruta en la realidad».

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Según explica Sabine Pahl, coautora del estudio, «sabemos de las ventajas del entorno natural en términos psicológicos y fisiológicos: la gente se siente más relajada y restaura sus recursos cognitivos. También sabemos que, cuando se trata de acudir a la visita del odontólogo, muchas personas experimentan una gran ansiedad, razón por la cual su dentadura está en peor estado, ya que tienen a faltar a sus citas por miedo».

Ya que resulta imposible dar un apacible paseo por la playa, el campo o el bosque mientras el dentista hace su trabajo, los investigadores han pensado en traer la naturaleza en forma de realidad virtual a la consulta y comprobar qué ocurría. Para ello, contaron con 70 voluntarios que se dividieron en tres grupos: uno que recibió la atención estándar, otro que fue tratado mientras disfrutaba de un entorno urbano en realidad virtual y, por último, uno se sometió al tratamiento mientras disfrutaba de un paisaje playero a través de unas gafas de realidad virtual.

Según los investigadores, «el dolor fue mucho menor en el grupo de personas que realizaron el tratamiento mientras disfrutaban de la playa a través de la realidad virtual. El hallazgo es importante para nosotros, ya que al poner otro grupo con este tipo de tecnología pero en un ambiente urbano, hemos podido comprobar que no eran las imágenes únicamente lo que les distraía. De hecho, la respuesta entre los pacientes que recibieron la atención estándar y los que se sumergieron en un ambiente urbano era prácticamente la misma».

Fuente: BBC

Rafael Mingorance