Rostro pálido, arrugas, ojeras y ojos inyectados en sangre. Ese es el aspecto que hemos lucido cualquiera de nosotros cuando nos faltan horas de sueño. A pesar de las ‘pintas’, nos armamos de valor y salimos a la calle intentando ocultarlo lo mejor posible, pero según un grupo de investigadores no deberíamos: afecta no solo a nuestra apariencia, sino que perjudica nuestra vida social.

Eso es lo que argumenta un grupo de psicólogos, quienes hallaron que las personas que mostraban falta de sueño no sólo eran considerados menos atractivos y con peor salud, sino también menos deseables para socializar. La razón es producto de la evolución: las ojeras, las arrugas, la boca pastosa y otros síntomas de que has dormido poco, llevan a pensar al resto que eres una persona enferma, lo que hará que, inconscientemente, quieran alejarse de ti todo lo posible. Según Tina Sundelin, del Instituto Karolinska de Estocolmo, «si alguien se ve poco saludable, la gente tiende a apartarse de esta persona».

Muchas investigaciones han encontrado un gran número de razones para evitar la falta de sueño: nos convierte en pesimistas y menos sociables, hace mella en nuestra empatía hacia los demás, nos vuelve menos comprensivos y aumenta las probabilidades de sufrir accidentes. También está demostrado que la carencia de descanso hace que la gente sea más irritable.

Para llegar a estas conclusiones, Sundelin y sus colegas fotografiaron a 25 personas tras dos noches de sueño normal y, nuevamente, tras dos que habían dormido solo cuatro horas. Cuando tuvieron las imágenes, pidieron a 122 personas que evaluasen las fotos teniendo en cuenta su atractivo, la salud, la somnolencia y la honradez. Los voluntarios que miraban las fotos, reconocieron que no estaban por la labor de relacionarse con aquellos que no habían descansado adecuadamente, considerándoles menos atractivos, saludables y, por supuesto, con demasiado sueño.

Según los investigadores, «la pérdida de sueño tiene un impacto en la forma en que otras personas nos juzgan, así que priorizar nuestras horas de sueño no es una mala idea».

Fuente: theguardian.com

Rafael Mingorance