Hasta ahora, se recomendaba a las embarazadas que cuando rompiesen agua solo ingiriesen agua o pequeños trozos de hielo. Pero ahora, una nueva investigación a puesto en duda esta afirmación.

Según afirma un grupo de médicos de la Universidad Thomas Jefferson (Filadelfia), aquellas mujeres que pudieron comer algo antes de dar a luz, tuvieron un trabajo de parto algo más corto que las que sólo bebieron agua o tomaron hielo. Aunque, como afirman los autores, el estudio no prueba que comer acelere el parto. Según explica el doctor Vincenzo Berghella, autor principal de la investigación, «en realidad, no sabemos cuánto pueden comer o beber las mujeres durante el trabajo de parto. Se trata de una discusión frecuente entre los profesionales de la salud».

La preocupación de los alimentos ingeridos antes de dar a luz lleva varias décadas. En los años 40, un estudio afirmó que aquellas mujeres que daban a luz con anestesia general corrían severos riesgos de inhalar el contenido estomacal y sufrir convulsiones. Es cierto que en la actualidad es mucho menos común el uso de este tipo de anestesia para el parto, pero aún así, los hospitales y clínicas desaconsejan comer alimentos sólidos durante el parto.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron 10 estudios sobre 3.982 mujeres parturientas. Todas esperaban un bebé (no dos o tres) y ninguna de ellas tenía necesidad de realizar una cesárea. Fue así como se percataron de que las mujeres con dietas menos restrictivas no sufrieron complicaciones de ningún tipo (ni vómitos ni convulsiones) durante el uso de la anestesia general. Además, aquellas que podían comer y beber algo más que simples cubitos de hielo, tuvieron un trabajo de parto más breve, alrededor de 16 minutos menos que sus compañeras con más restricciones alimentarias. Según Berghella, «si el cuerpo está bien hidratado y con los niveles adecuados de carbohidratos, los músculos funcionan mejor».

Fuente: scientificamerican.com

Redacción QUO