Me llamo Juanjo Afán, peso 134 kilos, y después de Reyes entraré en el quirófano para hacerme un bypass gástrico. Mi médica, Carmen Hernández, me explicó hace unos días en el Clínico de Madrid en qué consiste la operación: mi estómago va a ser tan pequeño que se saciará enseguida. Así que antes de que se encoja voy a a aprovechar para comerme el último turrón.

Voy ha hacerlo un poco nervioso, la verdad, porque, hombre, un cosquilleo nervioso conforme se acerca el día sí tengo en el estómago. Hace unos días me decía un amigo, con más miedo que yo: “O sea, que vas a poner en riesgo tu vida para estar más guapo”. No es el primero que me lo dice, pero no, no tiene nada que ver son eso.

El “qué dirán” en relación a mi aspecto no me importa. A cambio de estar más delgado, sería capaz de renunciar a ocho o diez años de mi vida. Y no para ser Brad Pitt, sólo quiero, por ejemplo, montar en bicicleta como hacía antes. Ahora no creo que haya ninguna que soporte mi peso.

Redacción QUO