Según la normativa española, hablar por el móvil en el coche está completamente prohibido, excepto en el caso de que tengas instalado un dispositivo de manos libres. Esta medida se tomó tras observar un notable incremento de accidentes de tráfico tras la popularización general de este tipo de teléfonos.

Pero ahora, un estudio realizado por la Universidad De Sussex y publicado en la revista Transportation Research, asegura que los dispositivos aceptados por la ley para mantener conversaciones en los vehículos suponen el mismo peligro que llevar el móvil en la mano con el mismo fin. El problema es la conversación en sí, no el aparato. Según explicó el doctor Graham Hole, autor principal de la investigación, «la creencia popular afirma que usar un teléfono móvil mientras se conduce es seguro siempre y cuando el conductor disponga de manos libres. Nuestra investigación muestra que esto no es cierto. El manos libres es exactamente igual de molesto. El problema es que el conductor recurre a su imaginario visual para recrear la conversación. Este imaginario compite por recursos de procesamiento en nuestro cerebro, por lo que nos roba gran parte de nuestra atención». Con respecto a la normativa actual, los investigadores consideran que la ley está enviando el mensaje equivocado asegurando que estos kits pueden salvar su vida.

Para llegar a estas conclusiones los científicos analizaron el comportamiento al volante de 20 hombres y 40 mujeres en este contexto. Sentaron a cada uno de ellos en un ‘coche falso’ con un volante y dos pedales, representando el freno y el acelerador. Como si se tratase de un videojuego, el voluntario veía a través del cristal delantero un vídeo de siete minutos en el que ocasionalmente aparecían obstáculos o peligros que debían evitar.

Tras ellos, un enorme altavoz hacía intuir de que la prueba no iba a ser tan sencilla. Un primer grupo de control pudo disfrutar de ‘conducir’ sin distracciones y evitar todos los obstáculos que los científicos les planteaban. Pero el segundo grupo lo pasó bastante peor. El altavoz reclamaba su atención durante la conducción formulando preguntas muy sencillas que implicaban pocas imágenes visuales, como «¿Un billete de 5$ tiene el mismo tamaño que uno de 10$?» o afirmaciones tan intrascendentes como «un año bisiesto tiene 366 días» a las cuales tenían que responder diciendo «verdadero» o «falso». Además, una tecnología de eye-tracking permitió ver más de cerca cómo reaccionaban sus ojos ante las posibles amenazas.

Los resultados mostraron que aquellos que habían sido distraídos durante la conducción obtuvieron unos resultados lamentables en comparación con el otro grupo de control que habían simulado circular más tranquilos. «Ni siquiera la conversación era tan exigente como una real», reconoció el doctor Hole. «Todo lo que tenían que hacer era decidir si una afirmación era verdadera o falsa». Su análisis evidenció que los que conducen con manos libres tienen un tiempo de reacción más bajo, incluso cuando sus ojos han visto el obstáculo: «sus ojos están ahí, pero muy lejos del cerebro. Ven el peligro, pero el cerebro no reacciona», matizó Hole.

Fuente: sussex.ac.uk

Redacción QUO