A día de hoy y muy a pesar de las campañas de concienciación, la depresión sigue siendo un gran tabú entre la población adulta. Con intenciones de asumirlo, pero sin ninguna prisa y en plena fase de disimulo de la sociedad ante el trastorno, una advertencia se cierne sobre nuestra cabeza ¿debería empezar a preocuparnos seriamente la depresión infantil?

Según los datos, alrededor del 5% de los niños padecerán algún episodio depresivo antes de alcanzar la edad adulta. Esto viene a ser uno de cada veinte. Un niño y medio por aula. Cuarenta niños por colegio. Medio centenar de niños que verán afectado su desarrollo a consecuencia del inmovilismo y de la facilidad de tachar al niño de «travieso», «caprichoso» o «malcriado».

Según explica el Dr. César Soutullo, director de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra, a CNN: «es fundamental que los padres conozcan los síntomas de la depresión en niños, que sepan que no es culpa suya, y que se trata de una enfermedad que tiene un tratamiento muy eficaz… no sabemos la causa, pero sí cómo tratarla y que el niño vuelva a ser como antes».

Por fortuna, muchos pediatras ya están empezando a fijarse en si el pequeño paciente puede mostrar algún síntoma relacionado con la depresión infantil y derivar al niño a un experto que pueda ayudar a superar esta enfermedad. La gran mayoría de ellos coinciden con los síntomas mostrados en la población adulta: baja autestima, constante sensación de culpabilidad, dificultad para divertirse, tristeza frecuente, aislamiento social, gran sensibilidad al rechazo… Varios de ellos son un signo de alerta y una advertencia de que todavía estamos a tiempo de intervenir.

Redacción QUO